Los secretos del ratón

El ser humano se encuentra en todo momento rodeado de una serie de dispositivos y artilugios que por su cotidianidad, no despiertan ningún tipo de curiosidad o interés. Simplemente están ahí. Sabemos cómo funcionan y cuál en su utilidad. Y con eso nos basta. No nos preguntamos de dónde proceden esos dispositivos, cuál es su origen, o quién fue su creador. Un claro ejemplo de lo que estamos comentando es, sin duda, el clásico ratón de ordenador. Es algo tan común y habitual, que nos resulta indiferente su funcionamiento interno u origen. Y es precisamente de eso, del origen del ratón, de lo que versará el artículo de esta semana de Sabias que. Un artículo que pretende rendir honores a los creadores de uno de los accesorios más vitales de todo ordenador personal que se precie.

Y antes de empezar a hablar del ratón, en honor a la verdad habría que empezar a hablar antes de los denominados trackballs que, para quien no lo sepa, se trata de dispositivos apuntadores estacionarios compuestos por una bola incrustada en un receptáculo que contiene sensores que detectan la rotación de la bola en dos ejes. Es decir, como si fuera un ratón de computadora boca arriba, pero con la bola sobresaliendo más. ¿Y por qué decimos que hay que hablar antes de los trackballs? Pues la respuesta es tan sencilla como decir que antes de que se creara el primer concepto de lo que acabó por convertirse en el ratón tradicional, los señores Tom Cranston, Fred Longstaff y Kenyon Taylor crearon en 1952 el primer trackball, como parte de un proyecto secreto militar para la Marina Canadiense. Esta artilugio nunca llegó a ser patentado, pues se trataba de secreto militar, y utilizaba una bola de bolos (sí, habéis leído bien, de bolos) como elemento de control del cursor en pantalla. No obstante, es el primer ejemplo del que se tiene constancia de un dispositivo apuntador (pointing device en el original en inglés).