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Iowa: esperando a New Hampshire

Los republicanos Mitt Romney y Rick Santorum han empatado en los 'caucus' de Iowa en el comienzo de la carrera hacia la Casa Blanca

MADRID Actualizado: Guardar
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La sorprendente aparición de Richard (“Rick”) Santorum como co-ganador del primer ensayo republicano de encontrar un candidato presidencial contra Obama anima el escenario y es una sorpresa, pero es poco probable que anuncie la emergencia de un aspirante solvente pese a su empate con el gran favorito, Mitt Romney.

Ambos terminaron en igualdad casi perfecta, en torno a los 24,6 puntos. Si Santorum toma fuerza y anima el debate, el tercer puesto para el inclasificable libertario, anecdótico y aislacionista Ron Paul era esperado y tiene explicaciones. Y la noticia real en términos políticos es el mal resultado de Newt Gingrich (13 por ciento), quien hace exactamente un mes era el primero con un 25 por ciento de intención de voto mientras Romney solo alcanzaba el 16. Nick Perry, diez y Michele Bachmann (“Tea Party” y cinco por ciento) confirman en Iowa su declive probablemente irreversible.

El resultado, que casi fue pre-anunciado por el sondeo final del “Des Moines Register”, el gran diario de la capital del Estado, Des Moines, es producto de circunstancias diversas, la composición muy renovada del votante medio según edades y motivaciones, el éxito de los asesores de Santorum y, tal vez, el error de principio del favorito Romney quien, realmente, no hizo campaña sobre el terreno hasta muy tarde y hasta sopesó no hacer ninguna. Un intento poco claro de desdeñar los caucus (reuniones de vecinos republicanos) que, además, son solo indicativos y no designan delegados con voto para la gran Convención final del verano en Tampa.

El plan de Romney

No era disparatado el inicial planteamiento de Romney, que ha buscado desde el primer momento dotarse de la imagen del único candidato solvente, un clásico del centro-derecha republicano y dejar, un poco desdeñosamente, que los cómicos exagerados, así los describió, Gingrich y Paul se desgastaran tras entretener al público. El podía pensar racionalmente, además, que Iowa no pre-figura al candidato.

Hace cuatro años ganó el hoy difícil de recordar Mike Huckabee, ayudado a fondo por su condición de showman, cantando y tocando su guitarra. Solo cuarto fue el senador John McCain, quien finalmente obtuvo la candidatura. Por todo eso, se puede suponer que Romney puede estar tranquilo: él confirmó su auge en un territorio difícil, no cometió errores y liquidó a Gingrich y compañía. Más preocupado estaría si se hubiera dado un resultado coherente, pequeñas diferencias entre los aspirantes creíbles… para lo que hay que irse nada menos que a 1980, cuando George Bush (padre) venció por dos puntos a Ronald Reagan quien ganaría finalmente la elección.

Así pues, el antiguo gobernador de Massachussets ha pasado muy bien la prueba, le ha dado el interés y la importancia que tiene tradicionalmente como salida de la carrera y termómetro de la situación y ahora está ya a la espera del próximo martes en New Hampshire, donde la votación es ya una primaria en toda regla, que da delegados. Si Romney gana tendrá muy despejado el camino y solo un gran resultado de Santorum podría mantener la emoción suscitada hoy por lo sucedido en Iowa.

La confusión reinante

Con todo, lo de Iowa sí es una lección de interés general y valor considerable en la medida en que parece confirmar el estado de desconcierto que reina entre buena parte del público conservador, asumiendo un poco sucintamente que “conservador” sea siempre y necesariamente sinónimo de “republicano”. Lo cierto es que el gran éxito del partido en las legislativas de medio mandato, en noviembre de 2010, que alteró la composición del legislativo y puso las cosas difíciles a los demócratas, no ha podido, a fin de cuentas, prefigurar una segura derrota del presidente Obama.

Nadie ha tenido la osadía de proponer un candidato alternativo al presidente ni siquiera en el escenario de dificultades en la gobernación (reforma sanitaria, acuerdo sobre el déficit federal, desempleo…) y eso, aunque relativamente normal, no es de obligado cumplimiento, como demostró Edward Kennedy cuando en 1980 disputó al presidente Carter la condición de candidato demócrata. Frente a esta calma en el campo demócrata los republicanos, pese a su gran avance en las legislativas, no han podido encontrar un candidato óptimo.

¿Lo es Mitt Romney? Es, desde luego, lo más parecido. Aunque su condición de mormón parecía un hándicap, su fe no le ha estorbado en Iowa, donde los evangélicos tienen peso y público (lo que ha ayudado a Santorum, un ultrarreligioso conservador, aunque católico), fue un brillante gobernador en Massashusetts y ha triunfado en los negocios, algo que se aprecia mucho en los Estados Unidos. Campeón del rearme y de mantener a cualquier precio la superioridad militar norteamericana, no es muy agresivo en cuestiones sociales y sus tics anti-inmigrantes parecen más tácticos que genuinamente sentidos. Da el tono, no llega al modélico “republicano medio” que encarnó el recordado general Eisenhower, pero es el más inclusivo, el más creíble y el más probable candidato del “Great and Old Party”.