tenis | copa de maestros

Federer es eterno

El mejor tenista de la historia venció a Tsonga por 6-3, 6-7 y 6-3 y consiguió su sexta Copa de Maestros

LONDRES Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Será difícil que vuelva a existir un tenista como Roger Federer. Con una lista interminable de triunfos, y ya 70 títulos en su haber, el suizo agrandó aún más su mito este domingo con su victoria a Tsonga en Londres por 6-3, 6-7 y 6-3. Sin desplegar el nivel del partido ante Nadal, el suizo demostró que su hambre de victorias no parece tener fin. Porque después de un año difícil, el exnúmero uno del mundo completó una semana de tenis impoluto. Tras ganar a cinco de los ocho mejores tenistas del planeta, se alzó con su sexta Copa Masters, lo que le encumbra como el tenista con más títulos de maestros, por delante de leyendas del tenis como Sampras y Lendl.

A priori, los servicios debían ser los principales argumentos de ambos tenistas para intentar dominar el partido y la pista rápida del O2 Arena. Este axioma, explotado a la perfección tanto por Federer como por Tsonga en sus cuatro partidos previos en la Copa Masters, se cumplió en los compases iniciales del duelo. Con mucha facilidad para ambos, incluso más para el francés, los saques dominaron por encima del juego de fondo de pista, muy condicionado por la potencia y el talento de ambos con sus servicios.

Después de haber ganado dos de sus juegos en blanco, en el octavo de la primera manga Tsonga dudó. Y ya se sabe que cuando titubeas con el mejor tenista de la historia lo pagas. Además, sin necesidad de desplegar su mejor tenis, ya que el galo se empeñó en complicarse la vida. Gracias a un par de subidas a la red alocadas y dos aciertos de Federer, el helvético dio un golpe sobre la mesa y puso cuesta arriba el partido para el número seis del mundo.

El encuentro se movía por impulsos. Con su servicio, el suizo era el dueño y señor del juego. No tenía oposición y, por si no era suficiente, la ventaja del primer set le permitía jugar sin presión. Por ello, era una apisonadora al saque. En cambio, al resto el partido era mucho más descontrolado. Cuando Federer encadenaba varios puntos consecutivos, Tsonga disparaba sin miedo y encadenaba un par de puntos que le devolvían al juego.

A mitad de la segunda manga, el francés volvió a vacilar con su saque y lo pagó con la rotura. La solidez del exnúmero uno del mundo era demasiado para el galo, superado en todos los aspectos del juego. Pero hasta el mejor jugador de todos los tiempos es humano y titubea. Con 5-4 suyo y saque, los nervios se apoderaron de él y le perdonó la vida al francés. Cuando tenía todo a favor para cerrar el choque y alzarse con su sexto título de Copa Masters, se le encogió el brazo y facilitó que Tsonga renaciese en el partido y lo igualase.

El regalo que le recibió el francés le dio alas. Sin miedo en sus golpes, envió misiles con su derecha, su revés y su saque y llevó el duelo a la muerte súbita. En ese momento decisivo del partido, se sobrepuso a una bola de partido en contra y empató el encuentro a un set. Y a partir de ahí, el guión de la primera manga volvió a repetirse. Los saques se apoderaron del choque y las roturas de servicio desaparecieron del encuentro. Y para calcar el trascurso el acto inicial, al igual que en ese parcial, en el octavo juego Federer decantó la final.

Había dudado pocos minutos antes. Le había perdonado la vida al francés. Había cometido errores no forzados que no suele hacer. Pero en los momentos claves, en los puntos decisivos, confirmó por qué es el mejor jugador de la historia de este deporte. Con un grito y el puño apretado celebró un juego que le propició cerrar el duelo inmediatamente con su saque. En ese momento, volvió a gritar, alzó los brazos y la emoción se adueñó de su rostro. Porque el suizo consiguió su sexta Copa Masters este domingo, superó la marca de Sampras y Lendl y agrandó aún más su leyenda. La del mejor tenista de todos los tiempos.