Iñigo de Oriol. / Efe
muere el expresidente de iberdrola

Íñigo de Oriol, un modelo a seguir

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hace ya más de una década que llegué a la vicepresidencia de Iberdrola de la mano de Íñigo de Oriol. A pesar de que era conocedor de la brillante trayectoria profesional del entonces presidente de la compañía, ignoraba aún la gran calidad humana de la persona con la que, durante los años venideros, recorrería un apasionante camino que nos llevaría a sentar las bases del gran grupo energético que hoy es Iberdrola.

Al recordar a Íñigo de Oriol en lo primero que pienso es en su tenacidad y tesón y, muy especialmente y con gran afecto, en el respaldo firme e incondicional que me brindó en nuestros años de trabajo codo con codo. Hombre de convicciones firmes, con Íñigo de Oriol se va un representante de la raza empresarial que participó e hizo posible la transformación social y económica nuestro país. Su gran sabiduría, tanto en lo personal como en lo profesional, era fruto de décadas de entrega a un sector, el eléctrico, y a un país, España.

Desde que con apenas 24 años llegó a Hidroeléctrica Española, Oriol se preocupó de tomar contacto con la realidad de un país que en las próximas décadas daría un giro ejemplar hacia la competitividad y la modernización de su estructura económica. Así, en su primera etapa como responsable de relaciones institucionales de Hidroeléctrica, fue el impulsor de prácticas pioneras en el tejido empresarial español hasta entonces prácticamente desconocidas, como eran las relacionadas con la formación de los trabajadores y su seguridad.

Adelantado a su tiempo, su visión de futuro le valió para jugar un papel de excepción en el proceso de transición a la democracia como miembro más joven del Consejo del Reino, así como ser protagonista de la diversificación y posterior liberalización del sector eléctrico en nuestro país.

Testigo de excepción de capítulos decisivos de nuestra historia reciente, actuó siempre, como él mismo decía, de acuerdo a las exigencias morales con uno mismo, siendo fuerte en las posiciones justas, aunque en ocasiones resulten difíciles de entender.

Este espíritu tenaz y su voluntad de servicio a la sociedad le llevaron a superar situaciones realmente complicadas al frente de la patronal del sector, Unesa. Fue éste el caso, por ejemplo, de la superación de las consecuencias de la crisis del petróleo en los 80, que había dejado a las compañías eléctricas españolas en una delicada posición financiera, o de las negociaciones y avances para que el sector español tomase el lugar que le correspondía en el entonces nuevo mercado único de la energía de la Unión Europea. Con todas estas experiencias a sus espaldas, llegaría el éxito que, sin duda, irá siempre ligado a la figura de Íñigo de Oriol: el nacimiento de Iberdrola.

Su visión y anticipación, así como su espíritu siempre conciliador, permitieron que las negociaciones para fusionar Hidroeléctrica Española e Iberduero llegasen a buen puerto. Las ventajas futuras y los intereses generales de un sector estratégico pesaron más que los problemas que podía presentar cada una de las compañías y de ahí surgió la semilla de lo que nunca hubiera sido posible sin Íñigo de Oriol: la creación del primer grupo energético del país y una de las cinco primeras eléctricas del mundo; Iberdrola.

Ésta es sin duda la gran hazaña de un hombre del sector que se supo adelantar a su tiempo, que con un profundo sentido de la responsabilidad y del compromiso previó el que sería el mapa eléctrico español de hoy.

Así, Íñigo de Oriol será siempre el alma de Iberdrola, modelo del espíritu que esta gran compañía mantiene vivo: trabajo, entrega y servicio a favor de todos y cada uno de sus accionistas. Con él se va uno de los últimos representantes de una clase empresarial que participó desde dentro en la transformación de un país, pero nunca olvidaremos su ejemplo y valores, de los que yo tuve el gran privilegio de ser testigo.