UN CRimEN CONMOCIONA MADRID

«Era un hombre extraño, pero no sospeché de él»

El asesino de la mujer embarazada preguntó varias veces al sacerdote_a qué hora comenzaba la misa

MADRID Actualizado: Guardar
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La parroquia de Santa María del Pinar, en Madrid, era un ir y venir de vecinos. Aún no se podían creer la tragedia que había ocurrido la noche anterior. Todas las preguntas -de curiosos y periodistas- se dirigían a Francisco Santos, el sacerdote que presenció cómo Iván, de 36 años, mató de un disparo en la cabeza a Rocío, embarazada, y causó graves heridas en el tórax a Mari Paz antes de suicidarse delante del altar. «Solo me preocupaba ayudar a las víctimas. Poder salvar al máximo de personas», asegura el sacerdote con tranquilidad, la misma que quiere transmitir a sus fieles.

Santos explica esos trágicos momentos con serenidad y resignación. Nada sugiere que unas horas antes presenciara tal atrocidad. El párroco estaba en la sacristía cuando escuchó los disparos. «Pensé que eran los petardos de algún bromista», asegura.

Sin embargo, pronto se dio cuenta de lo que pasaba realmente. Reconoció a Ivan, el hombre al que había visto merodear por los alrededores de la parroquia durante toda la tarde: «Me pareció una persona extraña y con ansiedad». El joven le preguntó en varias ocasiones por la hora en que comenzaba la misa. Sin embargo, no apreció ninguna actitud violenta o sospechosa en él. Santos no conocía a la víctima. Rocío no era una feligresa habitual. Natural de Pontevedra, trabajaba en una sucursal bancaria en Madrid. Estaba embarazada y a punto de dar a luz a su primer hijo. De hecho, tenía una cesárea programada para el día siguiente.

Acudió al oficio religioso junto a su madre, que sí era asidua. Ambas se sentaron en los últimos bancos, como confirma el párroco. «Siento no poder haber ayudado a Rocío. Cuando me acerqué creo que todavía tenía un hálito de vida», dice con tristeza. A pesar de la tragedia, Santos quiere que la «normalidad» regrese a su parroquia.

Por ello no ha dudado en limpiar la iglesia y oficiar misa a las nueve de la mañana. Después a las 12. Este cura, que fue misionero durante años en África y que ha vivido momentos muy duros mantiene un mensaje de optimismo. «Hay que dar unas palabras de esperanza. Hay gente de gran corazón que ha dado la talla». Una de esas personas a las que se refería el padre es la doctora Ceferina Cuesta. Fue la encargada de realizar la cesárea y salvar al bebé.

Muy grave

El niño se encuentra en estado «muy grave» en la UVI de neonatología del Hospital La Paz. Cuesta ha explicado que el niño nació en parada cardiorrespiratoria. Al ver a la madre sin vida, tuvo que tomar la trascendental decisión «en un segundo». «Fue algo muy rápido. Coger un bisturí, abrir y sacar al niño cuanto antes», explica. La operación se llevó a cabo en los últimos bancos de la parroquía, el lugar donde Rocío fue abatida.

Otra de las heroínas de la noche fue la neonatóloga Tamara Carrizosa, que también atendió al bebé una vez estabilizado. Carrizosa ha explicado que procedieron a monitorizar la tensión arterial, a administrar volumen y trasladarlo a una incubadora.

«Tratramos de bajarle la temperatura. Se ha demostrado que la hipotermia puede protegerlo de problemas neurológicos en esos momentos», informó. La otra mujer herida sigue grave pero su vida no corre peligro, según el último parte médico. María Luisa, de 52 años, está siendo atendida en la Unidad de Reanimación Cardiotorácica de dicho centro hospitalario.