Un niño en una tienda de juguetes ayer en Libia. / Reuters
Fin al régimen de gadafi

«Sabemos dónde está y le cogeremos»

Los rebeldes dicen tener rodeado al dictador, que «vive de agujero en agujero», mientras que luchan en Sirte

ENVIADO ESPECIAL A TRÍPOLI Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Los rebeldes no tienen tiempo que perder. La caza de Muamar el Gadafi se ha convertido en una prioridad y el número dos del primer ministro, Ali Taghduni, aseguró ayer que saben dónde está y que «vive de agujero en agujero» escondido de la ofensiva. Realidad o nuevo capítulo de la guerra mediática que mantienen ambos bandos desde el inicio de las revueltas en el país, la figura del líder libio volvió a aparecer en escena el día en que el presidente del Consejo Nacional Transitorio (CNT), Mustafá Abdul Jalil, dio un plazo de cuatro días a las ciudades leales al dictador para unirse a la revolución. Un mensaje directo a Sirte, la población natal del coronel Gadafi donde las dos tribus principales siguen siendo leales al régimen.

«Esta es la última oportunidad. El plazo expirará el último día del Aid (festividad del fin del Ramadán). A partir del sábado, si no se ha llegado a un acuerdo pacífico, pondremos en marcha la opción militar», matizó Abdul Jalil antes de subrayar su esperanza de no tener que recurrir finalmente a la violencia. Este ultimátum se produce después de varias jornadas intentando alcanzar una solución dialogada al conflicto, un acuerdo que no termina de concretarse.

Además del escenario de máxima tensión militar, Sirte es también el centro de la guerra por el agua que sufre el este del país y sobre todo la capital. La mayor parte del agua que consumía Trípoli llegaba a través del Gran Río Artificial, una red de tuberías que Gadafi mandó construir en los ochenta que transportan el líquido desde el subsuelo del desierto del Sáhara. Según un informe realizado por el departamento de la comisión europea responsable de la Ayuda Humanitaria (Echo) obtenido por la agencia Reuters «la válvula que permite el transporte de 200.000 metros cúbicos de agua diarios está en Sirte» y las fuerzas gadafistas «la mantienen cerrada», lo que de confirmarse podría ser catalogado de crimen contra la humanidad, según el portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Rupert Colville. De momento el agua llega a Trípoli en barcos y se distribuye en mezquitas gracias a camiones cisterna. Luego los ciudadanos acuden al templo más cercano para abastecerse.

Diálogo alentador

Mientras las dos libias negocian en Sirte, la OTAN –que ve el diálogo como «alentador»– no ha detenido los bombardeos y nuevamente la localidad natal de Gadafi fue el centro de sus acciones. En las últimas 48 horas los aviones de la Alianza Atlántica han alcanzado más de treinta objetivos en Sirte y sus alrededores, lo que sirve para allanar el camino a los rebeldes en caso de que el uso de la fuerza sea necesario finalmente.

La cada vez más cercana victoria de la revolución no provocará el fin inmediato de la operación militar internacional, ya que «el final de nuestra misión no depende de la evaluación del nivel de amenaza contra la población civil. Este será el criterio esencial», matizó el coronel canadiense Roland Lavoie, portavoz de la misión. El Consejo de Seguridad de la ONU, por su parte, se reúne en las próximas horas para analizar el futuro próximo de Libia y valorar la posibilidad de enviar cascos azules en misión de paz.

La llegada de la mujer y tres hijos de Gadafi a Argelia tampoco pasó desapercibida en Trípoli. Mahmoud Shamman, portavoz del CNT, calificó el suceso de «un acto de agresión» porque «hemos prometido que daremos juicio justo a todos los criminales». Los argelinos, único país vecino que no reconoce al Gobierno rebelde libio, argumentan que su decisión de darles asilo se debe a «motivos humanitarios».

Las autoridades revolucionarias reclaman la extradición de la familia mientras siguen intentando dar con el paradero del antiguo líder y su hijo Saif el-Islam, que estaba llamado a sucederle. Un guardaespaldas de otro hijo, Jamis, declaró a la cadena Sky News que Muamar el Gadafi huyó el pasado viernes a Sabha, ciudad del desierto situada 800 kilómetros al sur de la capital. Este testigo también confirmó la muerte del propio Jamis tras ser alcanzado su vehículo por un misil de la OTAN cuando trataba de salir de la capital.

Trípoli vive ahora inmerso en una fiesta doble. Los ciudadanos celebran en las calles el fin del Ramadán y la victoria de la revolución. La ciudad recupera poco a poco la normalidad, los agentes de Policía vuelven progresivamente a sus puestos y comienzan a retirarse los milicianos armados de los puestos de control. Tampoco se escuchan tantos disparos al aire como a lo largo de la semana; parece que los rebeldes hacen caso de los carteles que piden el fin de tanto disparo inútil que cada día provoca muertos y heridos.

La apertura del paso fronterizo de Ras Jadir con Túnez y la llegada de barcos al puerto han permitido el reabastecimiento parcial de los comercios. Por momentos, la plaza de los Mártires se viste de la plaza Tahrir de Bengasi y se empiezan a repetir muchas escenas de alegría que se vivieron en la que hasta ahora ha sido la capital rebelde a mediados de febrero.