Las palabras más repetidas en el discurso de Zapatero. / Redacción
estado de la Nación

Zapatero y Rajoy se despiden a cara de perro

Rajoy ignora a Rubalcaba para ahondar en la imagen de fin de ciclo que simboliza el aún hoy líder socialista

MADRID Actualizado: Guardar
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José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy tuvieron una despedida a cara de perro. Plagada de reproches mutuos y críticas aceradas, apenas salvada por unos educados reconocimientos personales. El sexto debate sobre el estado de la nación que enfrentó ambos fue una reedición de los anteriores, sin ningún punto de consenso y un desacuerdo total en todo. El presidente del Gobierno se empeñó en defender su gestión de la crisis y lanzar un mensaje optimista de futuro, aunque con prevenciones. El líder de la oposición reclamó una y otra vez elecciones, y reprochó a su interlocutor que no hubiera atendido ninguna de sus propuestas a lo largo de la legislatura.

La primera jornada del debate sobre el estado de la nación en el Congreso transcurrió con la sensación de haber pasado ya por este trance. Recordaba a lo ocurrido el año pasado, el anterior y el anterior. Apenas hubo un elemento novedoso, la despedida política de Zapatero. Todos los portavoces recogieron el guante. Rajoy se limitó a desear al presidente que le fuera bien en el ámbito personal y familiar. Ningún agradecimiento. Cosa que sí hizo el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, quien reconoció al presidente "el tiempo que ha dedicado a servir a su país". En lo político, dijo, "la historia le juzgará". El portavoz del PNV, Josu Erkoreka, también agradeció a Zapatero su "disponibilidad" a escuchar a otras fuerzas políticas y agradeció su "sacrificio personal y familiar".

El duelo entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición subió de grados con el debate sobre el adelanto electoral. El líder de la oposición lo pidió de mil y una maneras y con multitud de argumentos porque "España se lo demanda". Rajoy se mostró convencido de que solo un anticipo de los comicios generales, y el muy probable triunfo de su partido, permitirá una más rápida y mejor salida de la crisis. "Fije ya la fecha de las elecciones", reclamó con firmeza.

Zapatero hizo equilibrios. Aceptó que no es difícil pedir adelantos electorales; lo difícil, subrayó, es hacer propuestas concretas. Recordó que para el PP es una cantinela recurrente solicitar el anticipo de las elecciones pues lo pidió en 2004 y lo ha repetido después cada año hasta ahora. El presidente del Gobierno reclamó respeto a su potestad de disolver las Cortes y convocar los comicios cuando crea oportuno. ¿Cuándo lo va a hacer? Dejó la respuesta en el aire. En su discurso inicial dijo que queda "tarea más que suficiente para los meses que queda de legislatura".

No precisó, sin embargo, cuántos meses quedan. Desde luego, en ningún momento habló de celebrar las elecciones en marzo de 2012, como ha defendido con ahínco en otras ocasiones. Ni siquiera cuando Duran Lleida le emplazó a hacer la reformas pendientes y convocar a los ciudadanos a las urnas "en otoño". No respondió a ese requerimiento. También el portavoz del PNV reclamó a Zapatero que dijera si todavía "partido que jugar" en esta legislatura o si "estamos en tiempo de descuento, en la prórroga o los penaltis". De nuevo, dio la callada por respuesta. El presidente del Gobierno, con sus evasivas, dejó para muchos un aroma de elecciones para después del verano.

Nervios

Zapatero, por lo demás, se enzarzó en un cara a cara sin concesiones con Rajoy. Para ser el último que mantenían fue uno de los más broncos que se recuerdan. La temperatura subió por momentos a niveles mercuriales poco vistos. "Le he visto de los nervios", comentó el líder de la oposición en un aparente intento de distender la situación ante una airada respuesta del jefe del Ejecutivo. "Y le entiendo", añadió para dejar claro que no buscaba relajar el ambiente.

El presidente del Gobierno defendió su gestión de la crisis; puso en valor las medidas adoptadas para paliar sus consecuencias; e insistió en que se han tomado medidas impulsar la recuperación del crecimiento y del empleo. Apenas hizo anuncios, salvo que el Gobierno propondrá que las autonomías tengan un techo de gasto. Una propuesta que el PP había planteado en numerosas oportunidades y a la que siempre se había opuesto el Ejecutivo con el argumento de que era una potestad exclusiva de los gobiernos de las comunidades. "Tendrá que ver con el hecho de que los socialistas ya no gobiernan casi ninguna autonomía", sugirió con retranca un diputado opositor en los pasillos del Congreso.

El presidente del Gobierno también reprochó sin ahorrar calificativos a Rajoy que a lo largo de la legislatura nunca haya hecho una propuesta constructiva frente a la crisis. Acusación que enervó al líder de la oposición que desgranó una batería de iniciativas que el PP había puesto sobre la mesa en estos años sin recibir la menor atención de los socialistas. Es más, buscó la sorpresa con el anuncio de la presentación en el registro del Congreso de tres proyectos de ley antes de que concluya este debate sobre el estado de la nación. Una pirueta que llevó al secretario general del grupo socialista, Eduardo Madina, a subrayar fuera del hemiciclo la "incongruencia" de pedir que se cierre el Parlamento y se adelanten las elecciones y al mismo tiempo decir que se quiere tramitar tres iniciativas legislativas.

Tirar al Gobierno

Zapatero también se quejó de que los populares nunca hayan apoyado al Ejecutivo en nada, al punto de que habían preferido "tirar al Gobierno", en referencia a la actitud del PP en el ajuste de mayo del año pasado, antes que colaborar para restaurar "la solvencia y confianza en España". El líder opositor justificó esa tacañería porque el Gobierno solo quería "nuestro apoyo para llevar a España a la ruina". Recordó, no obstante, el respaldo de su grupo a, por ejemplo, las misiones militares en el extranjero y emplazó a la ministra de Defensa a que le desmintiera. Carme Chacón, desde su escaño, le dedicó una mirada de muy pocos amigos.

Rajoy sintetizó sus descalificaciones a la gestión de Zapatero en una frase: "usted recibió la mejor herencia (económica) de la democracia y va a dejar la peor herencia de la democracia". El turno del enfado correspondió ahora al jefe del Ejecutivo, quien afirmó que de mejor herencia nada de nada porque su Gobierno solo recibió "baja productividad y mucho ladrillo" y, en cambio, dejará "unas reformas que corrigen los excesos de ayer y son la garantía de la prosperidad de mañana".

El tono agrio del debate entre Zapatero y Rajoy se tornó en un intercambio de amabilidades con los portavoces de CiU y PNV trufado, eso sí, con alguna patada en la espinilla. El presidente del Gobierno agradeció a Duran Lleida y Erkoreka el espíritu colaborador de ambos grupos aunque fuera desde la discrepancia. Unos parabienes que no fueron correspondidos en el mismo grado por los portavoces nacionalistas, que alternaron críticas con reconocimientos.