Imagen del Seat Ronda CLX.
Clásicos por tierra y aire

El CLX que no existió

La compra de un Ronda se prometía feliz, el resultado final no lo fue tanto

MADRID Actualizado: Guardar
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Hace unos días se publicó una historia sobre lo que le sucedió a una persona al comprar un vehículo nuevo (un 'Bocanegra'), allá por el año 1985. Ese relato ha dado pie a que otro comprador haya enviado la experiencia que vivió tras la adquisición de otro automóvil de estreno. La casualidad ha hecho que coincida el año de compra, pero tal y como se podrá comprobar en otros casos que se irán publicando en el futuro, indican que no siempre todo ocurrió durante los años 80. Historias realmente llamativas también han sucedido más recientemente, y serán tema de futuros capítulos. Hasta entonces, aquí está el relato que se mencionaba anteriormente.

La compra de un Ronda se prometía feliz. Corría el año 1985 y había llegado el momento de 'jubilar' el anterior vehículo. Con el dinero en la mano, y una vez entregada hasta la última peseta acordada para el modelo más alto de la gama, el vehículo aparece ante los ojos del feliz propietario. Color negro, todos los extras, y cuando por fin se va a recoger… comienzan los problemas. "Oiga, que esto no es un CLX, sino un CL, una versión inferior del coche que yo he pagado. Es decir, que ese no es mi coche, yo he comprado un CLX y eso es otra cosa". El vendedor se apresura a afirmar lleno de razón: "Ya, pero entienda que no hay otro, así que no hay alternativa".

Tras un diálogo estéril repetido hasta la saciedad, finalmente el dúo comprador-vendedor llegan a un principio de acuerdo, y con las ganas de estrenar ya de una vez el nuevo coche, el vehículo sale del concesionario con destino a una plaza de garaje alquilada, hasta que las reclamaciones posteriores comiencen a dar su fruto (hay que reclamar el importe abonado extra por la versión de lujo). Lo que en principio iba a demorarse algunos meses, terminó por 'recluir' al Ronda por espacio de cinco largos años, lo que obligó a su propietario a comprar la citada plaza, además de un Seat 133 hecho polvo para poder moverse en coche hasta la solución final… teniendo un vehículo nuevo sin poder usar.

Ni CLX, ni CL,... GLX

Durante todo ese tiempo, el caso se puso en manos de abogados que, tras las gestiones legales, abrieron un expediente que pasó al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), estamento encargado de hacer un estudio del vehículo para determinar que no era un CLX, sino un CL. Pero la sorpresa final estaba por llegar: no solo no era un CLX, es que ¡tampoco es un CL!. Se trata de una versión denominada GLX, que para añadir más penurias al caso, no era un modelo no homologado para circular por España.

Ante la nueva situación, el propietario de un vehículo nuevo pero usuario de un cacharro vetusto, decide ampliar la investigacion, y encarga a los abogados una investigación completa, para conocer la procedencia exacta del automóvil. Y con la investigación llegan más sorpresas: el Ronda estuvo almacenado en el puerto de Barcelona, al sol, el tiempo suficiente como para que se le decolorara la tapicería, por lo que la marca fabricante le cambió los asientos por unos nuevos antes de su venta. Pero claro, si había un caso había más, y en efecto, los registros de vehículos indicaban que existían más modelos GLX circulando en situación ilegal por las carreteras españolas.

Y la guinda: el propietario, trabajador de Iberia, recibió por carta una queja del Instituto Nacional de Industria (INI) en unos términos muy parecidos a los siguientes: ¿Cómo es posible que usted denuncie a una empresa automovilística estatal, cuando trabaja en otra estatal? ¡Pero hombre, que se está echando piedras en su propio tejado!

El final de toda esta rocambolesca historia termina diez años después. En 1995, y con unos papeles ya legales que le permitieron al vehículo pasar anualmente las inspecciones técnicas reglamentarias, el Ronda fue al desguace con 60.000 kms y un dueño con ganas de viajar, en lo sucesivo, en autobús.