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¿Entre 'frikis' ya no anda el juego?

El certamen quiere este año una final seria pero aún resuenan los ecos de 'salidas de tono' históricas

MADRID Actualizado: Guardar
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Es uno de los mayores eventos televisivos de la temporada, un certamen que ayudó a crear conciencia europea cuando a nadie se le había ocurrido establecer una moneda común para los habitantes del Viejo Continente, una pasarela hacia la fama -a veces más bien efímera-, y, en los últimos años, un reducto para el 'frikismo' musical. Tanto que los espectadores se dividen entre quienes siguen teniendo fidelidad por un festival que celebró su primera edición hace más de medio siglo -1956, en Lugano, Suiza- y quienes se asoman a la pantalla del televisor en busca de momentos que comentar con sus amigos, recrearse con sus 'pullas' en las redes sociales y subir vídeos a Youtube encadenando esos instantes para el bochorno, aportando -y esto ya es rizar el rizo- su particular granito de arena a las 'frikadas' de turno. Si la balanza se inclina hacia uno u otro lado, eso ya es cuestión de opiniones.

Tanto es así que los organizadores del Festival de Eurovisión han tomado buena nota de que el invento se les estaba yendo de las manos y han puesto especial cuidado en apartar a los concursantes más 'pintorescos' a las primeras de cambio. Quieren una final limpia. En sus carnes lo han sufrido los representantes de Portugal, Os Homens da Luta, una banda acostumbrada a sorprender con sus irónicos mensajes y estrambóticas figuras que desembarcó en Düsseldorf -escenario del certamen este año- causando sensación con su espíritu desenfadado, parodiando a los cantautores que arremetían contra la dictadura de Salazar y que el pasado año fueron descalificados durante la fase de selección con el argumento de que en realidad querían vender un mensaje político, algo que no podía estar más lejos de sus verdaderas intenciones. Este año tampoco han tenido suerte, aunque al menos pasaron la criba en su país y se llevan a casa el aplauso de periodistas y público. No pueden englobarse dentro de esa categoría de 'frikis eurovisivos' pero poco importa.

Pero es imposible prever lo imprevisible en un escaparate tan preciado. Que se lo digan, si no, a Jimmy Jump, el espontáneo que ha hecho de sus apariciones por sorpresa en eventos de todo pelaje una razón de ser, por mucho que tenga que sortear a los encargados de la seguridad en un estadio de fútbol -Cristiano Ronaldo o Figo son algunos de los que han sufrido sus anhelos de fama instantánea amparados por una capacidad extraordinaria para burlar a quienes se le pongan por delante- o a los que han de mantener el control en Eurovisión -para mayor desgracia de Daniel Diges, el representante español en el festival el año pasado y cuya actuación también se vio emborronada por la particular 'hazaña' de Jaume Marquet, verdadero nombre del sujeto en cuestión-. Este año, Eurovisión también deparará momentos 'fuera de guión', y si no fuese así, sería una noticia.

La claudicación española

En casi todas las listas de las 'frikadas eurovisivas' aparece Lordi, una banda finlandesa que irrumpió como un torbellino en el escenario ateniense en 2006 para alzarse con la victoria en la LI edición del Festival de Eurovisión. 'Hard Rock Hallelujah' les dio el triunfo a estos metaleros. Pero de lo que todo el mundo hablaba al día siguiente era de la pinta de sus integrantes, con un aspecto más propio de los orcos ideados por J.R.R. Tolkien que de un grupo de música. Aún más sorprendente es que hayan conseguido hacer carrera, y no porque su música no merezca la pena sino porque Eurovisión hace tiempo que perdió el toque que alguna vez pudo tener para garantizar más de los quince minutos de fama de que hablaba Andy Warhol.

La lista es interminable. En ella figuran Dustin The Turkey, defensor de las aspiraciones irlandesas en 2008 que con su 'Ireland Douze Point' puso en la picota el sistema de votación empleado en Eurovisión; Alf Poier, que también se dedicó a parodiar el festival en 2003 bajo la bandera austriaca con el tema 'Weil Der Mensch Zählt'; o Gipsy.cz., rapero zíngaro que saltó al escenario en 2009 vestido de superhéroe.

España, claro está, no se pudo sustraer a este fenómeno. En 2008 claudicó y envió a Belgrado a David Fernández Ortiz, más conocido como Rodolfo Chikilicuatre, actor, humorista y finalmente cantante para mayor gloria de Buenafuente, cuyo espacio le sirvió como catapulta. No hizo tan mal papel. Quedó el décimo sexto. Otros representantes españoles más 'serios' salieron peor parados. Este año es la gallega Lucía Pérez la que tratará de dejar bien alto el pabellón español con 'Que me quiten lo bailao'. Ella se conforma con quedar entre las doce primeras. Las expectativas de sus fans son mucho más exigentes. La suerte se decide en Düsseldorf.