Un aficionado del Real Madrid y una aficionada del FC Barcelona esperan el comienzo de la final de la Copa del Rey. EFE/Kai Försterling
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Un aperitivo con sabor a fiesta

Las aficiones conviven en armonía salvo algunos incidentes aislados

Valencia Actualizado: Guardar
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Dos aficiones antagónicas y la disputa de un título sirvieron para cambiar por unas horas la piel de la capital del Turia. Las calles quedaron invadidas por sus colores habituales, el blanco y el azulgrana, aunque esta vez con distintos escudos, ya que Real Madrid y Barcelona robaron el protagonismo a Valencia y Levante.

El choque entre las hinchadas con mayor rivalidad de España discurrió dentro de lo que cabe esperar de una fiesta deportiva, con escasos incidentes. Los escasos que hubo se registraron en las inmediaciones del puente de las Flores, donde estaba la carpa del Real Madrid.

Fueron excepciones a lo largo de una tranquila jornada, presidida por escenas de armonía como la que aportaron dos hermanas, Sara y Marta, esta del Barcelona, aquella del Real Madrid. Llegaron a la estación Joaquín Sorolla en el primer AVE especial y su ejemplo sirvió para templar los ánimos.

Los merengues que fueron pisando Valencia se encontraron con agua, pero no de lluvia, ya que este miércoles lucía un sol espléndido. Se anunciaba como 'auténtica de la Cibeles'. Con la misma, pero de Canaletas, se dieron de bruces los aficionados culés en la estación del Norte. La iniciativa del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias sorprendió y tuvo buena acogida.

Los trenes, tanto en un caso como en otro, no pararon de llegar con grupos numerosos de aficionados hasta pasadas las cinco de la tarde. Su irrupción se hizo notar. Rompieron la calma. "Madridista el qui no voti", "oh le le, oh la la, ser del Barça es el millor que hi ha", cantaban unos. "Illa, illa, illa, Juanito maravilla", "es polaco el que no bote", coreaban los otros. Unos entonaban el nombre de Pedja Mijatovic, mientras otros aludían a la pareja de moda, Piqué y Shakira. Todo dentro de un clima divertido.

La primera ocupación era buscar cómo ir a las carpas, la del Real Madrid en el puente de las Flores y la del Barcelona cerca de la Politécnica. Pese a ser muchos, hasta los taxistas se disputaban al siguiente cliente. Para ellos también era un día especial.

Una vez en sus respectivas zonas de ocio, ambientazo. Tanto que Florentino Pérez no pudo resistirse y visitó la del Real Madrid para recibir una gran ovación. Esa que en Mestalla le robó, horas antes de que empezara la final, el grupo de azafatas que atendería a los invitados del Palco VIP.

Horas antes, el presidente del club blanco degustó junto a su homólogo del Barcelona, Sandro Rosell, croquetas de bogavante, crujiente de langostino, aguacates con salmón, langostinos y, por supuesto, paella valenciana.

La afición blanca llenó casi por completo el puente junto a la carpa con banderas de España y disfrutó de su Cibeles de cartón piedra y de las actividades programadas. También se dejaron ver camisetas con el '7', pero no el de Cristiano, sino el de Raúl con la casaca del Schalke.

A unos kilómetros, en la carpa del Barcelona, el protagonismo lo tomó un motero. Ataviado con indumentaria azulgrana, su Harley contaba con radio y altavoces en los que no paró de sonar el himno blaugrana, y una bandera con el lema 'Barça, the best of the world'. Una actividad común, la zona para pintarse. Colas muy largas para reflejar en el rostro los colores de sus equipos. Las encargadas de hacerlo no paraban. Menos mal que había pintura de sobra.

David Bisbal

Otro de los centros neurálgicos fue el hotel Westin, donde se alojó el Barça. La expedición blaugrana aterrizó en Valencia a mediodía en un avión con nombre y apellidos. Los de David Bisbal, reconocido forofo culé. Cientos de aficionados esperaban la llegada del equipo de Guardiola. De ella fueron testigos de excepción los alumnos del colegio Primer Marqués del Turia.

Pero en toda fiesta tiene que haber algún incidente. Una ley no escrita que en Valencia volvió a cumplirse. Un aficionado blaugrana resultó agredido cuando trató de encararse a los seguidores blancos que le habían lanzado cubitos de hielo y naranjas. En ese momento recibió el golpe pero después se fue. Simple anécdota en una jornada con una veintena de atenciones, lo más grave una brecha en la cabeza por una caída y un esguince. Además, en la carpa blaugrana una reportera tuvo un altercado que no pasó a mayores.

Manchas todas ellas muy pequeñas para un día que muchos festejaron. Los hosteleros entre ellos. Sus ventas subieron cerca de un 20%, especialmente las de cerveza, con un incremento del 15%. La fiesta, eso sí, solo terminaría siendo completa para una de las aficiones.