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El Madrid vuelve a asustar en Europa

Dos cabezazos de un soberbio Adebayor y dos disparos de Di María y Cristiano convierten en un trámite la visita a Londres

MADRID Actualizado: Guardar
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José Mourinho tenía razón. ¡Vaya si la poseía! Exigió un nueve en el mercado de invierno y a fe que el Madrid lo necesitaba para poder competir a un alto nivel. ‘Manolito’ Adebayor era algo más que un complemento. Con su estatura, con esa potencia para elevarse y capacidad para suspenderse en el aire, como si fuera un saltador de altura, dejó temblando a un Tottenham de lo más cándido. Los blancos acarician las semifinales después de siete años de travesía en el desierto europeo pero qué hubiera sido de ellos si se presentan en este partido sin Benzema, lesionado, y con Higuaín muy mermado por esa reciente operación de hernia discal. Solo el caprichoso destino lo sabe.

Sin hacer un partido brillantísimo pero con oficio, con ese cuajo que le falta al Tottenham, el Madrid supo responder en un momento clave y hacer enloquecer a un Bernabéu que, cuando de aprieta, es uno de los estadios más calientes del mundo. Desequilibró en dos saques de esquina, donde se supone que los ingleses son expertos, y se aprovechó de la estupidez de Crouch, el ‘espárrago’ inmaduro que se ganó la expulsión por dos entradas innecesarias en el primer cuarto de hora. Tenía una tarjeta por barrer a Ramos y repitió la jugada ante Marcelo. El brasileño le echó teatro, que diría ‘Mou’, festejó con los puños cerrados cuando vio que al rival le mostraban la segunda amarilla, pero la acción de Crouch fue pueril. Es cierto que en Inglaterra permiten entrar así pero un jugador de este nivel debe adaptarse a diferentes registros. Y en el resto de Europa no se pita así.

Llegados a estas alturas de la película europea, la experiencia tiene tanto valor o más que la calidad o el estado de forma. Y el Tottenham evidenció que es un buen equipo pero sin personalidad para acometer eliminatorias de jerarquía. Es verdad que en la fase de grupos superó al Inter, también es cierto que eliminó al Milan sin encajar un gol, pero el Bernabéu es diferente. Una víctima del miedo escénico del que habló Jorge Valdano en las grandes noches continentales.

Es muy difícil poder explicar cómo se puede encajar un gol en el primer córner de cada tiempo, aunque Adebayor sea un gigante que amenaza. A los cuatro minutos, no vigilaron bien al togolés y, en la raya del gol, el portero y Modric se liaron. El uno por el otro y la casa sin barrer. Lo festejó con ganas. Corrió hasta el banquillo y se abrazó a Lass. Deseaba mostrarse ante un equipo de la ‘Premier’ que se le da de maravilla. Jugó con ímpetu, con sangre caliente. Presionó, robó, marcó por partida doble y hasta se ganó una tarjeta por meter el pie con más fuerza de la debida.

Un vendaval desde el inicio

Fue el arranque soñado para un Madrid que salió a escena con todo. Mourinho se dejó de experimentos, de trivotes, y puso a lo mejor que tenía aunque, supuestamente, el empate sin goles lo daba por bueno. Desafió a los médicos y alistó a Cristiano, que en apenas un par de minutos ya intentó dos disparos a puerta. Tiró fatal pero su sola presencia intimida a los rivales, distrae a los marcadores y abre huecos a los compañeros. Fue una alineación de alto riesgo pero ‘Mou’ es de los que piensa que el que no apuesta no gana. También jugó Marcelo, pese a su dolor costal, y Di María, algo contracturado. Y, sobre todo, estaba Xabi Alonso, el gran ausente ante el Sporting porque acordó borrarse con su técnico.

Los blancos dudaron en el desarrollo de la primera parte. No supieron si irse a encerrar a los ‘Spurs’ y solventar la eliminatoria, o guardar la ropa. Les faltó toque, fluidez, gobierno. No sufrían atrás, ya que Van der Vaart se convirtió en el jugador más avanzado, pero dejaron de intimidar arriba. Una sensación extraña en la grada. Redknapp, el veterano técnico inglés, tuvo que corregir. Situó al principio a Gareth Bale a la derecha, lugar reservado para un Lennon que se resintió en el calentamiento, pero le cambió a su banda natural. Pese a no encontrarse en plenitud, el galés demostró poderío. Le ganó la espalda en varias ocasiones a Ramos y obligó a Pepe a sacar la guadaña. Se plantó incluso una vez cerca de Casillas pero lanzó al exterior de la red. El corazón en un puño.

Había pasado media hora, y el Tottenham daba señales de vida. Antes, si no es por la capacidad de reacción de Carvalho, Van der Vaart podría haber marcado un gol cómico. Un saque de banda de Bale le dejó solo en el punto de penalti. Por suerte, tardó en controlar y el veterano central luso estuvo inmenso. Una distracción gravísima del resto de defensores. En el tramo final del período inicial, el Madrid dio un arreón. Fruto más de alguna acción individual que del rendimiento colectivo. El colegiado alemán se tragó un penalti por manos de Dawson. Sí, en plural, porque el balón le golpeó en ambos brazos.

Redknapp hizo un cambio ofensivo en la reanudación. Quitó a Van der Vaart y alineó al rapidísimo Defoe. Perdía posesión pero, supuestamente, ganaba fuerza y presencia arriba. El Madrid ya no dio opciones. Supo entender que había que restar dramatismo a la visita a White Hart Lane la semana que viene. Maniató a los ‘Spurs’, tocó con más criterio gracias a la sapiencia de Xabi Alonso, y esperó sus momentos. Un córner en corto acabó en un centro de Marcelo y el espléndido cabezazo de Adebayor. Con el Tottenham rendido, Di María y Cristiano completaron la fiesta con dos grandes disparos. Y eso que estaban medio lesionados. Mourinho acertó en una competición que maneja de maravilla.