revueltas en el mundo árabe

La protesta popular acaba con la ley de emergencia siria

Su derogación es una de las principales demandas de los manifestantes que han tomado las calles para exigir más libertades políticas

JERUSALÉN Actualizado: Guardar
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Muy acorralado ha tenido que sentirse el régimen implacable de Bashar al Assad para anunciar ayer la derogación del estado de Emergencia vigente en Siria desde 1963, una medida reclamada hace décadas por el pueblo, que ni siquiera ha adoptado el gobierno transitorio egipcio mes y medio después de la expulsión de Hosni Mubarak. En declaraciones a la cadena al Jazeera, la consejera de Presidencia y voz amable del poder de Damasco, Buthayna Chaabane, aseguraba que la decisión -que ella misma avanzó días atrás- "ya ha sido tomada" y que la ley se levantará "absolutamente", aunque dijo no saber cuando. Algunas agencias internacionales, como la alemana DPA, dijeron que la suspensión ya se había producido, aunque no hubo ninguna comunicación oficial que lo confirmara.

El fin de esa Ley de Emergencia, -que da mando ilimitado a policía y servicios secretos para vigilar, censurar, encarcelar y corregir a "todo sospechosos de amenazar la seguridad"- constituiría un dramático intento de Al Assad por reconciliarse in extremis con los manifestantes, alzados ya por todo el país.

Hay 27 fallecidos reconocidos por las autoridades, fuentes humanitarias y activistas sitúan la cifra en al menos 126 muertos víctimas de la represión. Las subidas de sueldo a los funcionarios, el anuncio de nuevas regulaciones de partidos y prensa hecho la pasada semana no han sido suficientes. Pero la última promesa del presidente de acabar con la norma que siega la mayoría de los derechos civiles podría convencer a parte de los insurrectos para abandonar las protestas, también ante el temor a que desemboquen en un escenario similar a Irak o Libia.

El domingo se adelantaba que pronto Al Assad podría dirigirse a su pueblo por primera vez en esta crisis para detallar las reformas planteadas y un posible cambio de su gobierno. Su capacidad para "cumplir las expectativas" de la calle y la demostración de liderazgo en ese discurso, señalaba el International Crisis Group, serán fundamentales para su supervivencia política.

Despligue del Ejército

Enfrentado al desafío más difícil de sus once años de mandato, el rais sirio reacciona después de que el sábado las protestas destruyeran imágenes suyas y de su padre y antecesor Hafez, se incendiaran sedes de su partido familiar Baaz, y en el epicentro disidente de Deraa apareciera la consigna escrita de "el pueblo quiere la caída del régimen", importada de las revueltas de Túnez y Egipto. Por la noche, y por primera vez desde que arrancara el conflicto, el presidente ordenaba el despliegue del Ejército en torno a esa ciudad para impedir nuevas manifestaciones, y también a 250 kilómetros al noreste, en la mediterránea Latakia.

Allí, los disparos causaron el sábado doce muertos, que la agencia pública SANA al servicio del poder dijo que eran "diez personas, incluidos miembros de las fuerzas de seguridad y ciudadanos" y dos hombres "de grupos armados", que presuntamente dispararon a la multitud apostados en las cornisas como francotiradores. "Los alborotadores no son sirios y su nacionalidad será revelada pronto», subrayaba el diario Al Watan en apoyo de la teoría oficial de que los disturbios son obra de extranjeros desestabilizadores. La consejera Chabaan agravaba las acusaciones al apuntar como autores a "refugiados palestinos del campo de Ramel", vecino de Latakia. El secretario general del Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando General (FLP-CG) desmintió de inmediato «toda implicación de palestinos de Ramel" en los acontecimientos.

Un activista de Human Rights Watch citado por Reuters advertía ayer que en Latakia hubo cuatro policías "aparentemente asesinados por matones cercanos al hermano del presidente", el temible Maher al Assad, jefe de la Guardia Republicana. También expresaba su convicción de que "el asesinato de civiles continuará, aunque se promulguen nuevas reformas reales".

En otro gesto dirigido a aplacar las protestas, el Gobierno de Damasco liberó el domingo a 17 activistas que habían sido encarcelados por tomar parte en la manifestación contra el arresto, a principios de mes, de unos escolares que habían pintado grafittis pro=democráticos, lo que originó la revuelta luego contagiada a toda Siria. El sábado hubo también entre 70 y 260 excarcelaciones de presos políticos, en su mayoría de kurdos.

El domingo por la noche, el ministro del Interior urgía por televisión a la ciudadanía a que por "su seguridad" no se unieran a una marcha convocada mediante mensajes de móvil en Damasco.