tensión en egipto

El régimen ciega las televisiones en su afán de ocultar la imparable lucha ciudadana

La primera víctima fue la cadena catarí Al-Yasira, cuyas oficinas locales fueron bloqueadas después de haber registrado continuas interferencias en la emisión de lo que sucede desde el día clave de esta crisis

EL CAIRO Actualizado: Guardar
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El régimen de Hosni Mubarak está empezando a sacudirse de encima a los testigos que considera más incómodos y que pueden llevar a todo el mundo lo que está pasando en el país del Nilo. La víctima ayer por la mañana fue la cadena catarí Al-Yasira, cuyas oficinas locales fueron bloqueadas después de haber registrado continuas interferencias en la emisión de lo que sucede desde el día clave de esta crisis, el pasado viernes. Sus trabajadores fueron despojados de la acreditación oficial para ejercer como periodistas y denunciaban ayer esta medida-mordaza como «un acto de censura para silenciar al pueblo egipcio».

Pero Al-Yasira no fue el único canal en sufrir el ataque a la libertad de expresión que se están imponiendo las autoridades egipcias. Agentes de seguridad vestidos de paisano irrumpieron también ayer en las instalaciones de la empresa española Oberon, desde donde se presta cobertura vía satélite a las televisiones internacionales. De inmediato, obligaron a evacuar el punto de directo y los estudios, impidiendo así que equipos belgas, polacos o españoles pudieran hacer llegar las imágenes de la revuelta ciudadana contra el régimen de Mubarak a sus respectivos países.

A efectos internos del país árabe, la ciudadanía se está enfrentando al problema de la manipulación y la propaganda. El sindicato de periodistas -una de las instituciones que primero y con más fuerza se involucró en las demandas contra Mubarak- difundía ayer un manifiesto lamentando la cobertura de lo sucedido estos días que están haciendo los medios públicos, en particular el periódico oficial 'Al-Ahram'.

Versión oficialista

Pagado con los impuestos de los egipcios, ese rotativo sigue insistiendo en retratar las protestas como una conspiración islamista y de enemigos en el extranjero. En sus fotos, sólo son los ciudadanos quienes agreden a la policía. La televisión nacional se limita la mayor parte del tiempo a ofrecer una imagen fija del Nilo en el tramo más próximo a la plaza de Tahrir, donde se están sucediendo las manifestaciones pero que nunca aparece en pantalla.

Esta mordaza oficial a la transmisión de imágenes se une al oscurecimiento de toda la red de Internet, que algunos logran saltarse mediante diversos trucos de pirateo informático. Se intenta evitar que pase como en Túnez, donde las redes sociales fueron capitales a la hora de convocar las movilizaciones que acabaron con el régimen dictatorial de Ben Ali.

También las líneas telefónicas son interceptadas, lo que hace que Egipto sea en estos momentos un país prácticamente en aislamiento. Pero la fuerza ciudadana en las calles es algo que no se puede frenar cuando por lo que se lucha tiene como propósito lograr la libertad y la justicia, algo a lo que parece no estar dispuesto el anciano 'faraón'. Sus intentos de aferrarse al poder como sea únicamente le están grangeando la animadversión de la comunidad internacional, que cada día le deja más solo.