fútbol | primera división

Cristiano protagoniza la orgía blanca

El ‘ansioso’ portugués marcó cuatro en otra exhibición del Real Madrid ante un Bernabéu entregado a ‘Mou’

MADRID Actualizado: Guardar
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Éxtasis en el Bernabéu, entregado con pasión al desenfrenado Real Madrid de Mourinho, un equipo brutal, desmelenado, insaciable. Tiene pinta de poder batir récords, aunque habrá que medirle a adversarios de mucho más fuste que este frágil Racing o al deprimente Deportivo, sus últimos visitantes en Liga. Otro set, con un Di María excelso y un Cristiano Ronaldo inmisericorde. Marcó cuatro goles, un registro inédito con el Real Madrid, y lo hizo llegando casi siempre desde atrás, con una rapidez y potencia descomunales. Ya es ‘Pichichi’ destacado y acumula nada menos que ocho tantos en los tres últimos partidos ligueros. ¡Quién dijo ansiedad!

Con apenas dos meses de Liga y cuatro incorporaciones en el once titular respecto al equipo que manejaba Pellegrini, ‘Mou’ ha obrado un milagro. Es cierto que el fácil calendario le ayuda y que habrá que evaluarle al final de curso, pero su Real Madrid se ha convertido en una trituradora. Ya recuerda al gran Chelsea del técnico luso, un equipo que corre, presiona, roba, sale como una flecha hacia la portería contraria y lo remata todo. Para qué elaborar y tocar si con un desmarque a la espalda y un gran pase es más que suficiente para destrozar a las zagas rivales.

Los blancos tienen sed de títulos y hambre de grandeza. Se les ve en cada movimiento. La zaga se adelanta con gran criterio. Arbeloa aprueba siempre, y tácticamente es mejor que Ramos; Carvalho parece un chaval, Pepe se emplea a fondo en cada jugada y Marcelo ya es un lateral con mayúsculas, no un carrilero alocado. Todos se ven favorecidos por el trabajo extenuante de Khedira y Xabi Alonso en el medio. Higuaín y Cristiano achuchan como bestias la salida de los adversarios, Özil toca, se ofrece y ayuda, y Di María se ha vuelto omnipresente, ha crecido en un par de meses quizá más que en toda su carrera. Tiene tiempo hasta de abrazarse a su entrenador entre jugada y jugada. Acalambrado de tanto subir y bajar, se marchó del partido antes de tiempo. Se lo ordenó Mourinho para evitar riesgos. Y el portugués fue el primero del Bernabéu en ovacionarle de forma atronadora.

Recuerdos montañeses

Al Madrid le ayudó la inoperancia de los montañeses, que llegaron derrotados de antemano. Mourinho se quejó en su día de que algunos equipos colaboraban a las victorias del Barça, y bien haría en observar lo que ocurre en el Bernabéu. Portugal ya vaticinó que las opciones cántabras eran mínimas y, encima, experimentó con una defensa de cinco lamentable. No sabían sus hombres si achicar, si recular, si caer en banda, sin cerrar por el centro. Fueron una calamidad. Y más aún al ver que los centrocampistas miraban.

La primera y única clave del choque unidireccional consistía en saber cuánto resistiría el Racing. Y no aguantó nada, lo que tardó Di María en ver la arrancada de Higuaín y ofrecerle un pase milimétrico. Minutos después, el ariete cayó en banda, rompió el fuera de juego fatal tirado y asistió a Cristiano, que sacó un par de metros a sus ‘marcadores’ en el sprint para después empujarla. Antes de le media hora, repetición de la jugada, esta vez con Özil y el desmelenado portugués como protagonistas.

En condiciones normales, otro equipo hubiera sesteado en la reanudación. Pero ‘Mou’ no permite la más mínima relajación. A los tres minutos, Di María penetra por la derecha como Pedro por su casa, se la cede a Cristiano y éste marca con una tranquilidad pasmosa. La misma que mostró para ejecutar el tonto penalti cometido por Cisma sobre Di María, de nuevo desequilibrante. Tuvo que fusilar Özil al rendido Toño para que el técnico portugués ya pensara en administrar los esfuerzos. Minutos para Canales ante sus ex, Pedro León y Benzema, el único que se ganó los abucheos. Siguió Cristiano, a punto de demostrar que no hay quinto malo. Y ahora, la Copa, maldita para el Madrid moderno.