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Rousseff gana pero habrá segunda vuelta contra Serra

A la mano derecha de Lula le faltaron algo más de tres puntos para sellar su victoria sin tener que volver a las urnas el próximo 31

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La venganza es un plato que se sirve frío, pero Marina Silva, devota evangélica y ecologista de pro que ha convertido en fuerza política al Partido Verde de Brasil, no mostraba anoche ningún rencor. Sólo la emoción profunda de haber arrancado a sus contrincantes casi un 20% de los votos y haber forzado la segunda vuelta con la que soñaba para abrir un nuevo diálogo en Brasil.

Lo hizo pese al mensaje inequívoco del todopoderoso Luiz Inácio Lula da Silva, que se ha empleado a fondo en la campaña de su mano derecha Dilma Rousseff, a la que le faltaron algo más de tres puntos para sellar su victoria sin tener que volver a las urnas el próximo 31. Fue ella precisamente la que provocó el cisma interno que llevó a Marina a presentar su dimisión en 2008. La ex ministra de Energía que se perfila como la primera presidenta de Brasil defendía como jefa de gabinete planes económicos que ponían en peligro el equilibrio del Amazonas con la construcción de hidroeléctricas, carreteras y trasvases fluviales, entre otros. Lula se puso de su lado y la eligió como sucesora, para resabio de muchos que se consideraban con más derecho.

Abiertamente nadie cuestiona al emblemático líder, pero dentro del Partido del Trabajo (PT) el malestar hacia la recién llegada que no cuenta con los apoyos internos ni el carisma para conquistarlos traerá cola. Larry Rohter, autor del libro 'Brazil on the Rise' y corresponsal jefe del New York Times en la región hasta hace poco, asegura que según sus fuentes las acusaciones de corrupción en la Casa Civil que pincharon la campaña de Dilma hace dos semanas partieron de dentro del partido.

Son los petistas desilusionados por el giro procapitalista del gobierno de Lula y los jóvenes liberales con conciencia de clase media los que nutren los casi 20 millones de los votos amasados por Marina. Hace sólo una semana las encuestas le daban apenas un 11%, que fue subiendo progresivamente hasta el 20% final gracias a su fuerza en los debates televisivos y las acusaciones de corrupción en el Gobierno.

La ilusión de Serra

'La ola verde', como la llamaban ayer los miembros de su campaña, impidió que Dilma pudiera sellar su ascenso a la presidencia en la explanada de los ministerios de Brasilia, que pretendendía cerrar para la celebración. En su lugar eligió el salón de actos de un moderno hotel de la capital federal, el único estado que ha ganado Marina, desde el que Dilma habló brevemente flanqueada por los barones del partido, erguidos con rostro de funeral.

"Estamos acostumbrados al desafío, somos luchadores", animó la candidata. "Tengo la certeza de que la segunda segunda vuelta supondrá un proceso muy importante de esclarecimiento que afronto con muchas ganas y mucha energía, porque me dará la oportunidad de presentar mis proyectos y mis propuestas". Sus colaboradores confirmaban que Dilma es una mujer dura que había sabido encajar el revés, pero se les veía desinflados ante la perspectiva de tener que luchar durante un mes más por la nominación que parece segura.

Más sincera era la ilusión de su contricante del Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB) José Serra, que con el 32% de los votos se ha ganado el derecho a desafiarla en la segunda vuelta. El exgobernador y ex alcalde de Sao Paulo esperó hasta la media noche para culminar la explosión de júbilo de sus seguidores, que en la derrota encontraron el mejor escenario posible al considerar que el tiempo juega a su favor. "No tengo nada guardado en el armario, no tengo ningún secreto, mis posiciones son claras y tengo una sola cara", declaró.

Para el abogado de Sao Paulo Manuel Alceu Affonso Ferreira, “una segunda vuelta significa empezar un juego completamente nuevo”, observó. "Al PSDB le falta una política medioambiental que Marina podría proveer si Serra estuviera listo y pactase con ella, ofreciéndole una plataforma con la que implementar las políticas medioambientales que no pudo llevar a cabo en el gobierno de Lula". Otros analistas veían esta postura con escepticismo, convencidos de que esta hija del Amazonas que hasta los 16 años era analfabeta tiene corazón petista y se encuentra muy distante de los tecnócratas de Sao Paulo que ahora la cortejan. En cualquier caso unos y otros tendrán que escuchar ahora su lista de demandas medioambientales que hasta ahora no tenía peso en la campaña brasileña.