El realizador español Rodrigo Cortés posa haciendo un saludo militar tras presentar su película 'Buried' (Enterrado) en San Sebastián. / Efe
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Rodrigo Cortés: «'Buried' es un viaje emocional y físico extenuante»

El director español debuta en Estados Unidos con la sorprendente ‘Buried’, interpretada solo por Ryan Reynolds

MADRID Actualizado: Guardar
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Toronto, Chicago, Nueva York, San Sebastián, Los Ángeles, Miami, Austin, Madrid, Barcelona, Londres, Salamanca, Berlín, Roma... Sólo son algunas de las paradas que ha tenido que hacer Rodrigo Cortés (Pazos Hermos, Orense, 1973) para promocionar su primera película, Buried (Enterrado), que ha levantado una gran expectación en todo el mundo. En Toronto, el director se llevó una gran ovación por la película que se estrena el 1 de octubre en España. El tema es sencillo: Paul Conroy (Ryan Reynolds), un transportista que trabaja en Irak, aparece enterrado en un ataúd después de un ataque. Sólo tiene un zipo para poder iluminar el pequeño habitáculo e intentar salvarse.

PREGUNTA: Durante meses se ha hablado de Buried; se han visto vídeos en Internet y el boca a oreja ha funcionado ¿Teme que la película no cumpla con las expectativas?

RESPUESTA: No me da vértigo porque no tengo tiempo de pensar en ello por la promoción. Vivo casi en un avión y mi cerebro no gestiona nada más. Por otro lado, no siento ninguna responsabilidad por dos razones: la primera es que soy un irresponsable y la segunda es que no es sano concentrarte en lo periférico. Sólo hay que hacerlo en la historia para que golpee al público de la mejor manera. Si tú te concentras en lo periférico, no haces una película con un único actor encerrado en una caja. Tratas de seguir el manual que te lleva al éxito. Si empiezas por el final, eso quiere decir que te has saltado parte del camino.

P: Vayamos al principio ¿Cómo preparó la película?

R: Es complicado porque nadie ha hecho una cosa así. Cuando ves escenas de ataudes, duran tres minutos. En el caso de Kill Bill todos recuerdan la extraordinariamente larga escena del enterramiento en vida. Pero duraba siete minutos. Si estas 94 minutos enterrado, todas las referencias son cortas.

P: ¿Cómo fue la reacción de Ryan Reynolds cuando le presentan un guión que va a dirigir un director español y en donde él es el único protagonista?

R: Leyó el guión y le pareció uno de los mejores que había leído en su vida. Pero lo consideraba imposible de hacer.

P: ¿Por qué?

R: Porque creía que ni de coña se podía hacer una película interesante de hora y media sobre un actor metido en una caja. Decía que era imposible sostener esto y comentó que hiciéramos una novela, que iba a ser apasionante.

P: ¿Y qué le hizo cambiar de opinión?

R: Vio Concursante, mi primera película y algo vio en ella que le gustó. Se lanzó al teléfono y preguntó cosas. Quería saber más. Le mandé una memoria de dirección de quince páginas de cómo quería abordar el rodaje imposible. Dos días después nos conocimos en Los Ángeles y 40 minutos más tarde nos estrechábamos la mano. Fue así de absurdamente fácil y sencillo.

P: Una conversión en toda regla.

R: Dio un salto de fe porque no le llamó un director con quince películas. Las razones se me escapan. Habría que preguntarle a él. Buried tenía un alto grado de insensatez. Suponía un reto en todos los aspectos.

P: ¿Y no se arrepintió después de un rodaje en 17 días?

R: A lo mejor (risas). Fue duro y agotador. Nos quedamos vacíos. Se hacían 30 o 35 planos al día. Parecía una fábrica de hacer galletas. Pensaba que iba a ser sencillo grabar a alguien en una caja. Pero se encontró con la película más física de su carrera. Él dice que ha perdido la capacidad física de quejarse. El día más extremo de Linterna verde fue el más liviano de Buried. Volvió a Los Ángeles con la espalda sangrando y los dedos achicharrados con el zipo. Y esa fue la parte sencilla porque él despliega el catálogo de emociones que el ser humano a lo mejor no vive en una vida entera y él lo desarrolla en 90 minutos desde el miedo más primario, hasta el pánico, la alegría, la frustración, la esperanza, la ira o la desesperanza. Es un viaje emocional y físico extenuante.

Sin política

P: El personaje de Reynolds está encerrado por los insurgentes iraquíes, un hecho al que algunos han dado un cariz político. ¿Está de acuerdo?

R: Para nada. Lo que quiero mostrar es su sensación de absoluta frustración y abandono. Esa es su posición y el terrorista tendrá la suya. Yo intento ser muy veraz. En el fondo, el enemigo de Paul Conroy es la burocracia, que no funciona. ¿Quién no ha estado minutos y más minutos hablando con una máquina por teléfono para solventar algo y acaba cansado?

P: ¿Y la intensidad de la película?

R: Lo interesante es convertir la película en un viaje, que el público se suba a una vagoneta de una montaña rusa y sea zarandeado durante hora y media, viviendo emociones reales y honestas. En el momento en que Ryan Reynolds no lo fuera un segundo, perderías al público en ese instante. Entonces debes tener un compromiso muy fuerte con la verdad y la credibilidad para que sea una película que se vea con los ojos, los músculos, los huesos....

P: ¿Con qué compara Buried?

R: Con nada. Puedes pensar en cosas raras, como Naufragos con nueve personajes en una barca o La soga, que es un plano secuencia. Pero en Naufragos (Alfred Hitchock, 1944), uno puedo hablar con este, contar el drama de uno, se ven las nubes, el atardecer, hay una tempestad.... Pero luego está el ataúd. Te comentan que ahí está Ultima llamada (Joel Schumacher, 2002), donde todo transcurre en una cabina. No. El personaje está en la cabina, la cámara no y además la cabina es transparente. Puedes colocarla donde quieras. Tienes a las putas, al chulo, a los medios de comunicación, la policía, la multitud, el francotirador... Puedes ponerla donde quieras. Son grandes películas hechas con muy pocos elementos, pero no tienen nada que ver. Te sientes muy solo cuando ves todo eso.