ruta quetzal

Radiografía (adolescente) de un país diverso

Un aula playera al borde del Caribe sirve a los ruteros mexicanos para explicar las singularidades de un país joven, complejo y convulso

COMALCALCO (MÉXICO) Actualizado: Guardar
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Casar ocio y aprendizaje es uno de los retos de la Ruta Quetzal BBVA. Es posible conjugar un baño en aguas del Caribe con un charla formativa en la playa a la caída del sol. Cerca de Comalcalco, los chicos recibieron el premio de un bañito playero tras ocho horas de autobús. Después del refrescante y bullicioso solaz, sesión académica con ponentes adolescentes. El periodista Zoilo Gutiérrez, gran experto en Hispanoamérica, da paso a los chicos y chicas mexicanos en ruta. Unos críos lúcidos, críticos y bien informados que al borde del mar radiografiaron un país joven, complejo, diverso y convulso.

Desterraron tópicos, le sacaron los colores a los políticos, hablaron de emigración, economía, corrupción, violencia, educación, tradiciones, gastronomía, folclore o etnología, y apostaron por el futuro de un país sólo bicentenario pero con una historia que se remonta 12.000 años y que repasaron con tino.

Con sus casi 110 millones de habitantes, repartidos por dos millones de kilómetros cuadrados, con decenas y decenas de etnias y lenguas indígenas, unas tasas de pobreza espeluznantes y unas escalofriantes desigualdades, México en un mosaico con miles de teselas y una apabullante biodiversidad. Pero sobre el colorido etnográfico y la riqueza biológica pesa como un losa la violencia que no deja de escalar grados, que cera a muchos estados de los que huye el turismo como de al peste. Un drama para un país que recibe cada año a más de veinte millones de visitas y que es la octava potencia turística del mundo.

Temores

Los chico callaron cuando Jorge Vargas, de 16 años, les dijo que estaba “muy seriamente preocupado” por su familia. “En mi estado, en mi ciudad, se mata constantemente. Los policías y lo narcotraficantes liberan una guerra sin cuartel. Hay balaceras y se lanzan granadas muy a menudo. La sangre corre cada día. No me lo han contado. Veo a menudo como los policías mueren a manso de los mayores capos de la droga y del narcotráfico de toda América que quiere rescatar a sus colegas llevándose pro delante la vida de inocentes”, explicó Jorge, que procede del estado de Nayarit, en la costa central del Pacifico. Acaba de terminar segundo de preparatoria y lamenta de corazón “que esa violencia esté acabando con la imagen hospitalaria que siempre tuvo mi país”. “No somos inseguridad, violencia y asesinatos. No somos un bigote y un poncho debajo de un sombrero y apoyados en un nopal”, concluye Jorge que a pesar de todo se confiesa “optimista” y que tiene el sueño de convertirse en ingeniero petroquímico.

Las palabra de Jorge no caen bien entre el grupo de policías federales que día y noche escoltan a los muchachos en su recorrido por los caminos blancos de los mayas. Estamos en una de las zonas más tranquilas de México, un verdadero paraíso en comparación con el violentísimo norte y algunas partas del oeste, y con ciudades como Juárez, Tijuana o el Paso, donde los asesinatos, ajustes y secuestros son el pan de cada día. Pero los mismos policías que fruncen el ceño saben que si Jorge no estuviera diciendo verdades como puños ellos no estaría ahí día y noche, bien pagados a lo autobuses e los que viajan estos 300 chavales de 54 nacionalidades.

Otto presidente

Con 16 años, Otto Tavera Cabrera, del DF, tiene claro que quiere ser político. Es un orador brillante que se sirve de efectos teatrales en su discurso para encandilar a su joven audiencia. A pesar de dar la imagen de ‘repelente niño Vicente’, su recorrido pro los miles años de historia de su país en apenas quince minutos interesó a sus colegas de ruta. Todos callaron al oírle decir que los políticos tiene que mejorar mucho, que el abuso y la corrupción son un lastre endémico, que también abusaron y cometieron equivocaciones los padres de la patria que hace dos siglos se inventaron la nación mexicana con la misma sangre y fuego que un siglo mas tarde la incendiaron los revolucionarios de Pancho Villa. Es obvio que Otto se ha hecho muy popular y sus colegas de ruta le aplaude con ganas y le despiden al grito de “presidente, presidente”. Tiene madera y mucha labia.

Mariana Schahis Granel tiene muy claro con sus 16 años que la educación es una de la grandes carencias, que es mucho lo que hay que mejorar y que la desigualdad es otra de las lacras de un país tan hermoso como desequilibrado. “La mayoría de los mexicanos vive en una extrema pobreza y un 15% no alcanza el salario mínimo”, destaca.

La playa convertida en ágora juvenil es en sí misma una metáfora del país rico, mísero y desigual en el que está y que los chicos radiografían con acierto. Sería una playa bellísima, de no ser por la ruinas industriales que la circundan. Al frente a pocos kilómetros de la orilla, un plataforma petrolíferas. A la derecha dos torres de fuego de otros pozos de extracción. La arena es fina y el agua, sin ser cristalina, invita al baño. Un baño que sería más placentero de no ser por las toneladas de basura que acosan al arenal con toldos destartalados que amenzan con derrumbarse, y como siempre en México, con perros escuálidos y solitarios husmeando.