APROBADA POR DECRETO

Reforma laboral, kilómetro cero

El PSOE ha sido el único partido que ha votado a favor de la convalidación del real decreto ley, que finalmente será tramitado como proyecto de ley por el procedimiento de urgencia por unanimidad de la Cámara

MADRID Actualizado: Guardar
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'Too little, too late', demasiado tarde y demasiado poco. Pero más vale tarde que nunca, y menos da una piedra. El Real Decreto-ley 10/2010 de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo no es la reforma que el esclerótico mercado de trabajo requiere, pero podría ser el punto de partida de una verdadera reforma con sentido, si en la tramitación parlamentaria como Proyecto de Ley se abordan con decisión las cosas que faltan.

Fundamentalmente se echa de menos más decisión para dar un giro mucho más radical a la negociación colectiva. En el Decreto hay una supuesta facilitación de las cláusulas de descuelgue, pero limitadas sólo al aspecto salarial, temporales y muy farragosas en cuanto a su aplicación. Hubiera sido preciso facilitar más el descuelgue y ampliarlo a todos los aspectos de la relación laboral. Porque 30 años después del Estatuto de los Trabajadores, cuando la economía y la sociedad española han cambiado radicalmente, es preciso ajustarse a esos cambios y dejar que sea sobre todo en el marco de la empresa donde se negocie. Al fin y al cabo, quien proporciona el trabajo es la empresa, no la provincia ni el sector. Por eso tiene sentido que lo negociado se ajuste sobre todo a la realidad de la empresa y pueda acomodarse a sus cambios.

Tampoco se ha abordado con claridad el despido basado en causas económicas. No es sensato dejar al arbitrio de una libérrima interpretación judicial cuándo la economía de la empresa obliga a ajustar las plantillas y cuándo no procede ese ajuste, porque eso supone casi dejar las cosas como hasta ahora y no facilita el que el empresario se anime a hacer contratos estables.

Y se echan en falta muchas más cosas: empleabilidad, políticas activas, quién financia el FOGASA… Pero la ventaja es que al tramitarse como proyecto de ley cabe ampliar la ambición y el horizonte de la reforma. Porque la reforma en sí no crea empleo, pero sin una buena reforma será imposible que aquél llegue a crearse.