fútbol | primera división

La destrucción no vale

El Madrid intenta anular al campeón con juego duro y vuelve a fracasar

MADRID Actualizado: Guardar
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Frente al fútbol del Barcelona, sin ser deslumbrante, al Real Madrid no le sirvió la destrucción. Intentaron los blancos desactivar a los azulgrana a base de juego duro, pero sucumbieron ante la enorme superioridad de un equipo maravilloso ya hecho que juega como un auténtico bloque y no se sostiene sólo por individualidades. El Madrid quiso anular la posesión de balón azulgrana con agresividad y volvió a fracasar.

Salió airoso el Madrid tan sólo durante media hora. Intentó frenar a Messi con patadas, pero al argentino, ya se sabía, no se le para con facilidad. Acudió el argentino a su cita con el gol, dejó muy tocado al enemigo, y tras el descanso el Madrid ya ni siquiera pudo llegar a cortar con faltas el flujo de creación de juego azulgrana.

Acusaron los de Pellegrini el esfuerzo de la primera parte y en la segunda les costó un mundo oler una pelota a la que puso su nombre el campeón y ya no se detuvo hasta sentenciar. Con una defensa madridista tan descolocada, ya nadie llegó a cortar el letal avance de Pedro. Los blancos se desquiciaron y de milagro acabaron con once en el campo, en un choque demasiado trabado. Cumplido un cuarto de hora el Madrid ya llevaba ocho faltas frente a sólo una del Barça.

Locos arreones

Los de Pellegrini salieron a repartir y así impidieron durante varios minutos la circulación y el control de los azulgranas, pero quedaron retratados. Mejuto les perdonó más de una amarilla, aparte de la segunda que ya mereció Xabi Alonso mediado el primer tiempo. Sergio Ramos, que hizo méritos para ser amonestado, y expulsado, por su afición a sacar la mano y el codo y a derribar a todo el que se le acerque, incluso buscó la expulsión de Messi en un balón dividido en el que el argentino acabó, para no variar, en el suelo.

Fue Messi la víctima preferida de la agresividad y de las faltas tácticas del Madrid, pero no la única. Otro fue Xavi, por quien gira todo el fútbol del Barcelona. Mientras éste fue creciendo en despliegue y visión de juego, hasta dar la asistencia de gol a Messi, Xabi Alonso, descentrado, nunca supo dar claridad a un equipo perdido en el campo que pretendía sobrevivir a base de locos arreones ofensivos individuales. El medio guipuzcoano se arriesgó a la expulsión, y tras tanta reiteración, después fue Gago quien tomó el relevo para intentar acabar con su compatriota.

Limitadísimos e inútiles recursos los de este Madrid en el que también volvió a pinchar Cristiano Ronaldo. En un equipo acostumbrado a sobrevivir en esta Liga de los goles del portugués -y de Higuaín-, esta vez ni siquiera Cristiano metió miedo. Siempre chocó contra Valdés cuando se encontró cara a cara con él, y ya desde el principio empezó a impacientarse y a quejarse de que no le llegaban balones. Pronto apareció en el Madrid la imagen de la impotencia.