Schweinsteiger y Löw, durante un entrenamiento. / afp

«No es el mayor desafío de mi vida»

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Joachim Löw transmite una sensación de seguridad en sí mismo y en su equipo en las horas previas a la gran final que asusta. Compareció vestido de chandal y pantalón corto en Maracaná, aunque luego dirigió el último entrenamiento de sus jugadores en Sao Januario, el estadio del Vasco de Gama, a fin de preservar el maltrecho césped del escenario del duelo decisivo.

Muy respetuoso con Argentina, pero convencido de que la ‘Mannschaft’ ha madurado en los últimos años y está sobradamente capacitada para vencer y convertirse, con «orgullo», en el primer país de Europa que conquista un Mundial en territorio sudamericano. Pero nada de hablar de fracaso o de añadir presión a sus jugadores.

«No es el mayor desafío de mi vida. He asumido otros retos importantes y cada partido es fundamental para poder llegar hasta la final. Hemos crecido mentalmente después de jugar encuentros fundamentales, hemos progresado y, aunque no ganemos a Argentina, que no creo que ocurra, hay equipo y futuro», esgrimió esta figura elegante, moderna, enérgica y eficaz, que resume lo que es la selección alemana.

Existe una corriente de opinión persuadida de que, tras este Mundial de Brasil, se producirá la regresión de una generación de jugadores alemanes que ya han alcanzado su cénit. Löw no comparte esta teoría. «El tiempo lo dirá y es cierto que ahora hay jugadores en su mejor momento de forma, pero también disponemos de jóvenes con gran proyección y un futuro extraordinario. Creo que hay potencial para los próximos años, pero pensemos en esta final del domingo».

¿Miedo a Messi? «No tengo ningún temor. Sé que va a ser un partido entre dos equipos con duelos fascinantes en el pasado y que nos medimos a un adversario muy organizado y compacto, mucho mejor defensivamente que cuando le ganamos en 2010 (4-0 en cuartos). Argentina no es sólo Messi. Tiene otros atacantes maravillosos como Di María, Higuaín o Agüero. Messi puede decidir un partido pero todos han hecho un gran Mundial y preveo una final extraordinaria y de mucha lucha».

Löw huye del precedente de la histórica semifinal ante Brasil en Belo Horizonte a la hora de analizar la cita de Maracaná. «Ese 7-1 fue hermoso pero no puede tomarse como regla. Quien piense así es que no conoce Argentina, un rival capaz de tener el balón, de esperarte y de lanzar contragolpes rapidísimos con gente muy viva. Tenemos un alto nivel de autoconfianza pero somos respetuosos y creo que nos medimos dos equipos del mismo nivel».

A la hora de los balances, Löw confesó que tanto él como Jürgen Klinsmann, con el que inicio su andadura en la ‘Mannschaft’, han bebido de otras fuentes, principalmente de la inagotable escuela holandesa. «Hemos viajado y observado fútbol internacional y en todos los lados tratamos de aprender. Holanda supone un ejemplo maravilloso de cómo ocupar los espacios del campo, tanto a lo largo como a lo ancho. Quizá disponga de las mejores individualidades del mundo y de entrenadores extraordinarios».

El alemán Jens Lehmann apareció con un papelito en aquella tanda de penaltis que tumbó a Argentina en la edición de 2006. Otro papel se estudió el argentino Sergio Romero en la tanda de semifinales frente a Holanda. ¿Tanto se prepara esta suerte que por lo visto no lo es tanto? «Esperemos no tener que llegar a los penaltis porque dependen de muchos factores, pero claro que hemos analizado los lanzamientos de los rivales, aunque no siempre chutan al mismo lado y suelen cambiar». Löw es muy meticuloso con su trabajo. Le falta un paso más para su consagración definitiva.