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Jerez disfrutó de la última visita de Ana María Matute a la provincia

Fue en octubre del pasado año cuando la escritora acudió a un homenaje de la Fundación Caballero Bonald a los Cervantes

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A sus 88 años y a pesar de los vértigos que sufría ya entonces, la escritora Ana María Matute revelaba el 17 de octubre del pasado año en Jerez que seguía teniendo ganas de escribir. Su próxima novela se llamaría 'Demonios familiares'.

La escritora hablaba entonces de su nueva aventura en Jerez durante su intervención en el XV congreso de la Fundación Caballero Bonald, que se dedicó a la literatura de los autores que, como ella, han obtenido el Premio Cervantes, considerado el Nobel de las letras hispanas. La autora de 'Olvidado Rey Gudú', que recibió el Premio Cervantes en 2010, no quiso contar nada de su nueva novela porque, como dijo, era «como abrir un perfume» antes de tiempo.

Los asistentes al coloquio sobre su obra recibían como regalo sus frases: «Algunas noches el coronel oía llorar a un niño en la oscuridad». Ana María Matute decía que llevaba «un poco menos de media novela» y que la escribía «con muchas dificultades». Contaba con toda la naturalidad que siempre la caracterizó que padecía mucho vértigo por lo que le era difícil concentrarse. «Me dicen que es la edad. Si es la edad estoy arreglada», ironizaba, aunque aseguraba que por dentro se sentía «como cuando tenía 13 o 20 años». «Hay veces que no me acuerdo que no puedo levantarme y echar a correr».

Con vértigos, con audífono, con los surcos que las muchas historias que inventó y vivió en su rostro, así se presentaba en Jerez Ana María Matute. «En cuanto puedo me pongo a escribir, cuando tengo un libro dentro, como ahora, lo tengo que sacar».

Reencuentro con Caballero Bonald

Matute se reencontraba aquella tarde con José Manuel Caballero Bonald, Antonio Gamoneda y Jorge Edwards, cuatro autores galardonados con el Premio Cervantes, en un congreso dedicado a ellos y a otros escritores que han merecido este prestigioso reconocimiento. Sin perder su buen humor, Matute bromeaba respecto a la última petición para de que le den también el Premio Nobel: «hombre, como pedir que no quede», apuntaba entre risas.

«Cuando me dieron el Cervantes, yo gritaba: '¡soy feliz, soy feliz!', y era verdad, no tenía vértigos ni nada", recordaba para contar después que, cuando el rey Juan Carlos le entregó la medalla, comprobó que era "de oro de verdad».

Entonces no dejó claro si algún día escribiría sus memorias. «Hay una persona que dice que se las cuente y que las escribe, yo le digo que sí, pero luego pienso que no. Mi vida es mía, si yo supiera que a alguien le va a servir de algo, pero no le va a servir de nada, más que para decir qué infeliz es esa mujer».