donde las calles no tienen nombre

A dos velas

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Hay que ver cómo ha cambiado el cuento. Todos sabemos que esta maldita crisis en la que nos encontramos inmersos y acongojados (o acojonados, como ustedes prefieran) fue provocada, entre otras cosas, por el hundimiento del sector de la construcción, que, aunque después ha arrastrado a los demás, es el gran perjudicado de la calamitosa situación por la que atraviesa la economía y nuestras economías. El ladrillo se ha desplomado y, así las cosas, la gestión urbanística en los distintos ayuntamientos también ha perdido parte del peso y el poder del que disfrutaban. Las delegaciones de Urbanismo no son ya la gallina de los huevos de oro, no son tampoco la niña bonita, ni ese oscuro objeto del deseo para unos y otros. En el caso de Jerez la transformación experimentada por Urbanismo es especialmente llamativa y visible. En tiempos de Pedro Pacheco (Pedro I) nació la todopoderosa Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU), que se convirtió en la más importante fuente de ingresos del Consistorio jerezano. Con la llegada a la alcaldía de María José García Pelayo, la GMU paso a ser un Ayuntamiento paralelo desde el que Pacheco (Pedro II ya en esta época) hizo y deshizo a su antojo conservando una importante cuota de poder y engordando notablemente la plantilla de trabajadores. Con la victoria por mayoría absoluta de Pilar Sánchez y la irrupción de la crisis han venido los cambios más profundos. El equipo de gobierno socialista, en primer lugar, quiso restar autonomía y capacidad de maniobra a Urbanismo haciendo desaparecer el modelo de la Gerencia Municipal de Urbanismo y convirtiéndola en una delegación más del organigrama municipal. Así, de paso, también borraba del mapa una de las herencias más reconocibles del pachequismo. La caída en barrena del sector de la construcción ha provocado después un notable adelgazamiento de las cuentas urbanísticas de la ciudad, y un panorama difícil para una delegación con demasiado personal y una escasa capacidad de influencia en comparación con los viejos tiempos. Y a principios de esta semana ocurrió lo que faltaba: Endesa interrumpió el suministro eléctrico en la Delegación de Urbanismo. El Ayuntamiento, adelantándose a posibles filtraciones interesadas, se apresuró a enviar a los medios de comunicación una nota de prensa en la que se podía leer textualmente que «Sevillana Endesa ha llevado a cabo la suspensión del suministro eléctrico en su sede central, edificio Los Arcos, plaza del Arenal. Igualmente, desde Urbanismo mantienen que durante la mañana se llevarán a cabo las gestiones oportunas con la empresa para el restablecimiento del servicio». Pese al innegable esfuerzo de una persona trabajadora y con gran entrega como es Juan Pedro Crisol, al que poco se le puede achacar de una situación así, el contraste que se dibuja ante nuestros ojos es evidente. En pocos años hemos pasado de una GMU todopoderosa y rica a una delegación de Urbanismo literalmente a dos velas. Me dice algún trabajador que, además, no era la primera vez que se vivía una situación como esta, que viene a reflejar gráficamente el dificilísimo momento por el que atraviesa nuestro Ayuntamiento desde el punto de vista financiero. El portavoz del Gobierno, Casto Sánchez, ya lo dijo hace unos días en mitad de un pleno: «No tenemos dinero, señores». El problema es serio, y más aún si tenemos en cuenta que los problemas de una estructura de la que comen más de 2000 familias afectan directa e indirectamente a toda la ciudad. Y está Jerez como para que lo meneen mucho.