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Víctimas de Twitter

Las meteduras de pata, las estupideces o los chistes malos adquieren un eco imparable en las redes sociales. Vigalondo ha sido el último en sufrirlo: le ha costado el ‘empleo’

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Cuando uno está entre amigos, risas, cañas y buen rollo, a todo el mundo se le ha calentado alguna vez la boca. Todos nos hemos dejado llevar en estas reuniones por el ambiente de camaradería, colegueo y confianza. Yclaro, pues siempre se escapa algún comentario políticamente incorrecto, algún chiste subido de tono. Nada que no sean capaces de perdonar los colegas. Pero todo cambia cuando hablas ante un millón de amigos; cuando a uno se le calienta la boca en un foro con 200 millones de usuarios; cuando uno pretende hacerse el gracioso o el profundo analista en una red social capaz de generar 6.900 mensajes en un segundo (en Año Nuevo en Japón). Las mastodónticas cifras de Twitter demuestran que hace mucho tiempo que dejó de ser un club de amigos. Su número de usuarios aún está a años luz de las casi 600 millones de personas conectadas al multitudinario Facebook de Zuckerberg. Pero los expertos lo tienen claro:su capacidad de influencia es exponencial. La inmediatez de los ‘tuiteos’ y la facilidad para difundir los ajenos con solo ‘retuitear’ convierten la red social en una poderosa arma de comunicación. Un arma con doble filo. Un doble filo que ya se ha cobrado decenas de víctimas.

Bisbal, Vigalondo, Pérez-Reverte, Alejandro Sanz, Andrés Calamaro, Juanes... son solo algunos de los integrantes de una interminable ristra de famosos que se han ‘cortado’ con el lado más afilado de Twitter, entre los que, curiosamente, abundan los cantantes y nombres del celuloide.

El ‘triunfito’ y el director de cine español han sido los últimos en unirse a los vapuleados. Los dos abrieron la caja de Pandora casi al unísono. Yel chorreo aún dura. Las críticas, y también apoyos, hacían que las polémicas de ambos continuaran ayer siendo ‘trending topics’ (temas del momento) en España. El cantante almeriense no podía ni imaginar la que se le venía encima cuando el lunes tecleó con su Blackberry su valoración de la revolución de Egipto con el lamento de ver «las pirámides tan poco transitadas». Tampoco era tan cómico ni tan disparatado..., pero tener un millón de seguidores y renombre mundial lo convirtieron en el blanco de la guasa bajo el ‘hashtag’ (etiqueta) #turismobisbal. La respuesta del cantante («el insulto es lo único que os queda») no hizo sino alargar el linchamiento. «Cristiano es de Madeira. ¡Anda, igual que Pinocho!», comentaba ayer mismo @ivanramon10.

Lo de Nacho Vigalondo ha tenido consecuencias más que virtuales. Su ‘broma’ sobre el Holocausto judío del viernes pasado en Twitter aún levanta ampollas en la red. Y en la realidad. ‘El País’ anunció ayer en su web la retirada de la campaña publicitaria protagonizada por el cineasta. «El periódico considera inaceptables e incompatibles con su línea editorial los comentarios del realizador», es la postura del medio. Vigalondo pidió perdón ayer mismo en su blog, alojado en la web de ‘El País’ y que el propio protagonista pensaba defenestrar esta noche pasada. Allí ha pedido «perdón por el dolor» causado en Twitter (donde en esta semana ha sumado 5.000 seguidores más) y ha asegurado que su comentario sólo pretendía «parodiar» a quienes hablan así del Holocausto. Y hace una reflexión sobre en qué se ha convertido Twitter que merece la pena ser reproducida: «Cuando tus ‘followers’ llegan a un número de cinco cifras te asaltan las dudas acerca de si agudizar tu sentido de la responsabilidad, de si deberías pensar dos veces antes de escribir cada sílaba. Pero siempre he acabado pesando la misma evidencia: tener un Twitter autoconsciente es prácticamente imposible. Como la vida».

Mientras, muchos ‘tuiteros’ aún andan hoy disfrazados, con sus fotos o ‘avatares’ parapetados tras chillonas narices rojas de payaso. Es su forma de mostrar apoyo a Álex de la Iglesia, un guiño con el autor de ‘Balada triste de trompeta’, el caído director de la Academia de Cine (seguirá hasta la Gala de los Goya) y una de las víctimas de la encarnizada ‘batalla Sinde’ entre Gobierno, internautas y cineastas por la ley antidescargas. Retransmitió su dimisión en tiempo real por Twitter. Como una rueda de prensa a escala mundial. Y le llovieron muchos palos. El más duro, el del productor Gerardo Herrero, Oscar el año pasado por ‘El secreto de sus ojos’: «Álex ha perdido la cabeza con el Twitter. Le ha venido un síndrome de Estocolmo con los internautas. Es como si el Ministerio de Sanidad negociara con los traficantes de cocaína cómo se hace una ley y si la coca debe ser de mejor calidad y se habla del tema con la gente que tiene problemas con ella.» Aunque lo que más desató Álex de la Iglesia fue una nube de apoyos virtuales bajo el ‘hashtag’ #todosconalexdelaiglesia.

Arturo Pérez-Reverte fue otro de los que decidió ponerse un par de narices. La suya y la roja. El escritor y miembro de la Real Academia Española defendió a capa y espada a De la Iglesia. Cual capitán Alatriste. Ducho en polémicas y hasta amante de ellas, tampoco le temblaron los dedos en la red de los 140 caracteres al insultar a Moratinos y cargar contra el exministro por llorar en su retirada. Los ‘tuiteros’ desenfundaron entonces su espada más afilada. Lanzaron el ‘hashtag’ #perezrevertefacts, acompañada de una coletilla que supone el súmmum de la mofa en esta red, consistente en atribuir hilarantes situaciones al personaje linchado. Ya lo han sufrido Justin Bieber o Esperanza Aguirre, tras asegurar que ella había destapado el caso Gürtel. «Pérez-Reverte creó a Chuck Norris. Después, el Universo. Por último creó a Dios solo para poder cagarse en él», fue uno de los ‘tuiteos’ más suaves que recibió.

«Cagones»

El que se fue dando un portazo fue Andrés Calamaro. El cantante argentino encendió la chispa esta vez en televisión. En el plató de Buenafuente leyó un incendiario poema en defensa de los toros: «Renuncio a mi status de progre, sospechado de rojo y libre pensador. Renuncio a la progresía porque quiero corridas en Cataluña, quiero correrme en una Fiesta de arte y muerte». Ysu Twitter se inundó de improperios. Aunque el gaucho no se arredró. Anunció el cierre de su cuenta. Yse despidió con fuerza: «Los 140 caracteres pueden metérselos profundo en el medio del ojete».

Tampoco su paisano de continente debió pensarse dos veces la lindeza que tuiteó contra el presidente de Venezuela. El colombiano, imparable activista político en la red, le envió un ‘piropo’ nada indirecto: «Me pasaron el PIN de Chávez. ¿Alguien lo quiere para mandarle mensajes a su Blackberry». Y la guinda: «Ahí les va: H1J0D3PU7A». Y Twitter ardió contra el de ‘La camisa negra’.

Claro que si hay un veterano en reyertas tuiteras, ese puede ser Alejandro Sanz.El cantante ya se enzarzó en un toma y daca con Jorge Lorenzo porque no lució la camiseta española tras ganar el Mundial de Pilotos. Ambos acabaron invitándose a un concierto y a las motos. Imagen manda. Aunque el artista sigue al quite. En Twitter es uno de los adalides de la ley Sinde. Imaginen la que le han liado los internautas. Aunque Sanz no se encogió. ‘Tuiteó’ una parrafada en defensa de los derechos de autor. Con lindeza final para sus detractores: «Cagones». Haciendo amigos.