Sociedad

La Iglesia checa se descolgó con una mujer cura en los 70

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A grandes males, grandes remedios. Al borde de la excomunión pero la ocasión lo exigía. '¡No hay alternativa!'. Ésa era la consigna que seguían los fieles checos hace más de 35 años, cuando la represión llevó a la jerarquía católica de aquel país a tomar medidas drásticas. Los creyentes que no admitían las directrices y 'marcaje' de las autoridades comunistas tenían todas las de perder. La supervivencia como colectivo se hacía complicada y hasta heroica. La obediencia a Roma, por encima del sometimiento al Gobierno, les podía acarrear largas penas de cárcel. La situación era crítica. De ahí que el prelado Félix Davidek, que había pasado 14 años en prisión por haber querido fundar una iglesia en la localidad de Chrlice, no vacilara a la hora de ordenar sacerdote a Ludmila Javorová, una mujer que ejerció el ministerio entre 1970 y 1989. Su competencia y buen hacer la llevó a asumir el cargo de vicario general. Tras la caída del Muro de Berlín, la Santa Sede le exigió abandonar sus responsabilidades. Nadie, se quejaba en el libro 'Desde lo hondo', le dio las gracias. Tampoco la excomulgaron.