maría luz garcía duarte

Madre y musa de Francisco Ayala

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Francisco Ayala la recuerda en sus textos pintando un florero o copiando «a nuestro perro dormido junto a la puerta». El escritor granadino, recientemente fallecido, hablaba así de su madre, la pintora María Luz García-Duarte, quien le transmitió desde niño su pasión por el arte. Su figura dejaría huella en la personalidad y en la obra literaria de Ayala. De hecho, uno de sus relatos incluidos en el libro El jardín de las delicias está inspirado en el cuadro Un rincón de mi casa, firmado por García-Duarte.

Era hija del prestigioso médico y rector de la Universidad de Granada Eduardo García-Duarte, quien se preocupó por que sus hijas recibieran una cuidada educación. María Luz y su hermana Blanca, como muchas jóvenes de la alta sociedad del momento, fueron formadas en el arte de la pintura. La primera tuvo a Tomás Muñoz Lucena como profesor particular. Así, con apenas veinte años, María Luz García Duarte había participado ya en una exposición con motivo de las fiestas del Corpus de Granada en el año 1897. Y le seguirían muchas más.

Pintaba al carbón, con óleo o tinta china, y recibió varios diplomas y menciones honoríficas por sus trabajos. Jardín de la casa del abuelo, Recuerdos del Albaicín, Un rincón de mi casa y Eligiendo flores son algunos de sus títulos.

En 1905 contrajo matrimonio con Francisco Ayala Arroyo y poco a poco su faceta de pintora se fue apagando. María Luz García-Duarte se dedicó en cuerpo y alma a las obligaciones del hogar y a su numerosa familia: siete hijos. Una historia que se repite con demasiada frecuencia entre las mujeres artistas de su tiempo.