«Si quiero regalar una obra que puedo vender por 15.000 euros, lo hago»

Aunque invierte una media de entre 5 y 10 días para desarrollar una obra, ha llegado a pasar 54 jornadas con un horario de trabajo de 8 a 16 horas. No obstante, no subordina el precio del lienzo al horario de esfuerzo invertido. De nuevo, los sentimientos tienen mucho que decir. «Hay gente que me pregunta cuánto vale un cuadro y yo le digo: 15.000 euros. Se asombran y me dicen: ¿cuánto tiempo te ha costado hacerlo? Y respondo: pues... 5 ó 9 días. ¿Y por qué lo vendes a ese precio? pues porque me gusta».

Sabe que un artista que posea su libertad creativa debe tener las ideas claras. «Hay gente que no entiende esto de poner el precio. Yo me valoro a mí mismo y pongo el precio que creo que es para mí. Pero es que la misma obra (que vendía por 15.000 euros) si quiero dársela como regalo a alguien porque me ha caído bien o lo que sea, pues lo hago». Algunos amigos de la profesión le aseguran que no entienden su actitud, pero se trata de guardar todas las vertientes que pueden hacer tambalear su autodeterminación. «Controlo lo que quiero hacer, no quiero a nadie controlándome ni el precio ni nada. Pinto lo que yo siento y lo hago a mi manera».

Entre las anécdotas relacionadas con esta visión, el artista no duda en bromear sobre algunas reacciones: «Una vez hicimos una exposición y una señora me preguntó que cuánto costaba un cuadro, yo le dije 9.000 euros, y se echó para atrás y abrió mucho los ojos. Entonces se fue, y yo le dije a una de las personas que estaban allí conmigo que la próxima vez diría 20.000 para que cuando se echase para atrás se terminase de caer». Reconoce que sus palabras pueden resultar extrañas. Aún así, le sirven para reafirmarse en que debe pensar con libertad. Es el único camino para huir de ser pintor y continuar su camino de artista.