Las familias esperaban desde primera hora de la mañana la llegada a puerto del navío. / ROMÁN RÍOS
CÁDIZ

80 cruceros en un buque

El navío escuela atraca en Cádiz de regreso de un nuevo viaje de instrucción

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Seis meses y once días más tarde, el Juan Sebastián de Elcano ha vuelto a casa. Hoy le ha amanecido atracado al muelle Ciudad del puerto de Cádiz. Le anochecerá en La Carraca. Durante la mañana volverá a soltar amarras y se dirigirá a estas aguas en las que, como cada año, descansará y se someterá a trabajos de mantenimiento. En enero volverá a estar a punto para abandonar el puerto de su ciudad e iniciar un nuevo crucero, que hará el número 81.

En enero partió. El día 10 dejó atrás la Bahía para iniciar su octogésimo viaje de instrucción. Atracó en diez puertos antes de que sus cabos tocaran de nuevo los norays de Marín. Tras la entrega de despachos el día de la Virgen del Carmen -como es tradicional- en la escuela naval pontevedresa a los 34 alumnos que han pasado estos meses a bordo, el viernes 17, el buque escuela de la Armada Española puso proa a Cádiz. Cinco días de navegación más tarde, la nave emboca la Bahía y aguarda la llegada del práctico que lo lleve a puerto. El puente de mando se pone en contacto con la caseta de los pilotos portuarios a las 10.47 horas de la mañana:

-Aquí Elcano, solicito práctico y dos remolcadores.

-Aquí prácticos, recibido. Permanezca a la escucha.

-Permanezco a la escucha. Canal 1-4.

El navío se queda al pairo en la estación del práctico a la espera de que éste embarque y dirija la maniobra de atraque. Las inmediaciones del muelle Ciudad están atestadas de familiares y amigos que esperan el desembarque de los 193 hombres y mujeres que componen la dotación del buque. Sus seres queridos han esperado el reencuentro durante seis meses y la nave en la que han navegado y vivido todo ese tiempo está a tan sólo tres millas náuticas, cinco kilómetros y medio.

Varios pequeños veleros de recreo han salido a la entrada de la Bahía a recibir la vuelta del Juan Sebastián de Elcano. La lancha del piloto especialista en las maniobras del recinto portuario gaditano tiene que hacer sonar la bocina para que estos balandros le permitan situarse en paralelo con el buque escuela. Mientras esta embarcación navega para encontrarse con la goleta de cuatro palos, se recibe un mensaje por radio.

-Aquí Elcano, ¿por qué banda quiere la escala?

El práctico Rafael Ponce observa, mientras se aproxima, la situación del navío, la de las pequeñas naos que han salido a recibirle y el viento.

-Por babor, por favor -responde finalmente.

La cubierta bulle de gente, tripulación e invitados. Como cada año, un grupo de afortunados ha realizado la travesía de Marín a Cádiz. Apenas medio centenar de las 1.500 solicitudes que cada año recibe la Armada para embarcarse en el Juan Sebastián de Elcano. Gran parte de la dotación se encuentra en formación en el alcázar del buque, donde también se ha dispuesto la pequeña banda de música que, a ritmo de pasodoble, marca la entrada por la bocana del puerto.

Las fatigas y dificultades del crucero ya han quedado atrás. Marinería y oficiales sólo piensan en la vuelta a casa. Ya no recuerdan los vientos ni las tormentas. Como la que les sorprendió a la salida de las Islas Bermudas, hace tan sólo unas semanas, y que dejó dos sietes en el foque -una de las velas de proa- que obligó a reemplazar este lienzo. La marinería escucha los aplausos que llegan desde tierra y comienza la maniobra de atraque. Vuelan los cabos desde la banda de estribor al muelle. Se aseguran en los norays. Cuatro integrantes de la dotación izan la pasarela mediante una polea; otra docena se esfuerza en moverla y afianzarla hasta que toca Cádiz. Desembarcan los apresurados. Ya no se oyen los pasodobles, los callan los gritos de bienvenida. Han sido seis meses y once días.