Miles de seguidoras de Musaví volvieron a manifestarse ayer en Teherán en protesta por el proceso electoral. / REUTERS
MUNDO

Rafsanyani reaviva las llamas

La oposición iraní recurre al sermón de los viernes para prolongar sus protestas contra el fraude electoral

| TEHERÁN Actualizado: Guardar
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Los rescoldos todavía seguían calientes y las llamas reavivaron con facilidad. El ex presidente iraní Alí Akbar Hashemi Rafsanyani, a su vez uno de los principales líderes religiosos del país pérsico, volvió a echar leña a la hoguera de la crisis provocada por las elecciones presidenciales del 12 de junio.

Lo hizo en su terreno, la mezquita de la Universidad de Teherán, y con su lenguaje, el sermón. No desperdició la oportunidad que se le presentaba. En la primera ocasión en que conducía las plegarias oficiales de los viernes tras los polémicos comicios, el jefe de la influyente Asamblea de Expertos y del Consejo para el Discernimiento desafió al poder civil del reelecto presidente, Mahmud Ahmadineyad, y al religioso del Líder Supremo, el ayatolá Alí Jamenéi, al insistir en que persisten las dudas sobre la validez de la cita con las urnas y al denunciar que Irán vive sumido en una crisis tras el controvertido escrutinio.

Rafsanyani, que nunca ha tratado de disfrazar su apoyo al candidato opositor Mirohossein Musaví, presente en su sermón en una de sus escasas apariciones públicas tras las elecciones. Y el clérigo fue más allá. «Cuando la gente no está en el lugar y sus votos no están ahí, el Gobierno no es islámico», manifestó. «Son momentos amargos porque la desconfianza perdura y desgasta a nuestro pueblo», señaló en clara alusión al manejo de las votaciones.

El imán expresó que resultaba vital restaurar la fe de los electores en el sistema. «No puede ser recuperada en un día o una noche, porque todos hemos sido dañados. Hoy más que nunca necesitamos unidad», recordó en su sermón, considerado por los analistas extranjeros como el termómetro para medir la temperatura política y social iraní. Y ayer había muchos grados en las calles de Teherán.

El 'movimiento verde'

Porque previamente tanto Musaví como Mahdi Karrubi, el otro candidato de la oposición, se encargaron de convocar a sus seguidores para volver a trasladar sus protestas al asfalto de la capital. Provistos de lazos, escarapelas y banderas verdes, el color del islam y símbolo de la candidatura de Musaví, miles de personas corearon continuamente Alah uh-Akbar (Alá es el más grande), la misma proclama que desde el 12 de junio se escucha cada noche desde la atalaya de los tejados teherenses.

El llamado movimiento verde intentó organizarse en una manifestación pacífica, pero lo impidió la represión de la Policía, con abundante material antidisturbios, y la violencia de la milicia islámica Basij, fiel a Ahmadineyad. Gases lacrimógenos y golpes de porra tomaron el bulevard Keshavaraz para acallar los gritos de «Ahmadineyad, renuncia, renuncia». Una quincena de opositores fueron arrestados. Se unen a los cientos de personas que siguen encarceladas por cuestionar la limpieza de la consulta electoral.

Pero nada parece cambiar en el Gobierno. Ahmadineyad, respaldado por Jamenéi, volvió a asegurar ayer que derribará «la arrogancia global» y golpeará «a los enemigos en la cara». Porque, según considera, tras su victoria «desde el exterior se ha tratado de trasladar el frente de batalla al interior de Irán». La teoría de que toda la crisis y los disturbios han sido provocados por conspiraciones de las potencias extranjeras continúa como discurso oficial. El pueblo piensa lo contrario.