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«Parte del dinero no lo veré nunca»

Un proveedor de la construcción cuenta a LA VOZ cómo los impagos de sus clientes han puesto en una situación límite a la empresa

| CHICLANA Actualizado: Guardar
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Hace meses que no pega ojo y está al límite. «Entre unos y otros» me deben más de 30.000 euros, y ya ni siquiera sabe si la intervención de la justicia pondrá fin a su calvario. Antonio (nombre ficticio porque prefiere mantenerse en el anonimato por temor a represalias), es un empresario autónomo de Chiclana, y las deudas contraídas por algunas de las empresas constructoras y administraciones que lo contrataron durante los últimos años para realizar diferentes trabajos empiezan a hacerle plantearse «seriamente cerrar» y dedicarse a otra cosa».

Antonio atiende a LA VOZ con los documentos en la mano. Son facturas, pagarés y demás papeles aportados y/o firmados en su día por sus clientes (en muchas ocasiones sin cobrar e incluso sin fondos), que deberían garantizar a su empresa dedicada al arreglo y reforma de viviendas y pulimentado y abrillantado de suelos, «tener la solvencia económica garantizada para los próximos meses».

Sin embargo, este joven empresario de la provincia no puede cobrar buena parte de los trabajos que ha realizado en los últimos meses, y las numerosas obligaciones tributarias lo ahogan económicamente; «Hacienda, el IVA, pagar la Seguridad Social de los trabajadores y los gastos diarios en materiales hace que no podamos levantar cabeza», reconoce. Y es que a Antonio le deben hasta media docena de empresas, particulares «y hasta algún ayuntamiento», que él prefiere no desvelar para no tener problemas en el futuro con ellos.

Sus trabajos, «la mayoría a cuenta o con un pequeño pago para el acopio de materiales al inicio de las obras», han finalizado correctamente, pero los ingresos por esas actuaciones no terminan de llegar; «a veces parezco el cobrador del frac en vez de un empresario», bromea. Y es que su peregrinar por los bancos y los locales de sus deudores es casi diario. «Hay quien me dice que me va a pagar en parte y hace el esfuerzo, pero también sé que otros no tienen intención alguna de pagarme por mucho que yo insista», critica.

De momento, Antonio se ha decidido en las últimas semanas a ir por la vía judicial contra uno de sus morosos más antiguos. «Me debe casi 10.000 euros, y no se los voy a perdonar porque el trabajo se terminó bien y a tiempo», explica. Además, como él mismo reconoce, «con ese dinero que me deben podría tener trabajando a dos personas más porque gracias a dios faena no nos falta».

Su situación es similar a la de otros pequeños empresarios, la mayoría autónomos, que como Antonio consideran injusto que «la crisis siempre la paguemos los mismos».