El primer ministro libanés, Najib Nikati (dcha), ejerce su derecho al voto en un colegio electoral de Trípoli (Líbano). / Efe
comicios parlamentarios

Jornada marcada por la calma en unas elecciones clave para Líbano

La lucha se centra en dos coaliciones, una pro occidental de mayoría suní y otra pro siria, encabezada por el grupo chií Hezbolá

BEIRUT Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Líbano ha celebrado elecciones parlamentarias en una jornada que ha transcurrido con tranquilidad, sin incidentes graves, y caracterizada por una gran afluencia de votantes a colegios electorales, donde hubo largas colas. Un total de 3.257.230 votantes estaban convocados para elegir a 128 diputados, 64 cristianos y 64 musulmanes, entre unos 580 candidatos presentados en todo el país.

La batalla ha enfrentado a dos coaliciones: las Fuerzas del 14 de Marzo, grupo mayoritario en el Parlamento y apoyado por Occidente y los llamados países árabes moderados, y las Fuerzas del 8 de Marzo, encabezadas por Hezbolá y sostenidas por Siria e Irán, entre otros. La participación fue del 52,36%, según los primeros datos no definitivos, ha anunciado el ministro de Interior, Ziad Barud, en una rueda de prensa tras el cierre de los colegios.

Barud ha explicado que la jornada electoral ha sido un éxito en el que han cooperado todas las fuerzas políticas y ha agradecido la labor de los observadores extranjeros que velaron por la neutralidad de los comicios. En cuanto a los resultados, ha indicado que a pesar de que podrían empezar a conocerse a partir de esta medianoche, no se harán públicos hasta que las autoridades tengan el recuento definitivo.

Llega la calma tras la dura campaña

La calma reinante durante toda la jornada ha sorprendido incluso al ministro de Información, Tarek Mitri, quien ha declarado que "algo ha pasado desde hace dos días, todo ha cambiado en comparación con el ambiente que prevaleció durante la campaña electoral", que estuvo marcada por los insultos y las difamaciones. El ministro ha apuntado que cualesquiera que sean los resultados, "la situación no cambiará de modo radical", ya que el margen será por pocos escaños y ha descartado que haya "incidentes violentos" después de los comicios.

Los cálculos iniciales indican que la batalla en el Parlamento está decidida ya en la mayoría de las circunscripciones, por el peso indiscutible que tienen las fuerzas políticas en cada área. A pesar de ello, la batalla se anuncia encarnizada, sobre todo, en las áreas de mayoría cristiana y se calcula que el ganador lo será por pocos escaños.

Para mantener la seguridad e impedir cualquier altercado, las autoridades han desplegado 50.000 soldados y policías en todo el país. En algunos barrios beirutíes ha habido un masivo despliegue de soldados, apoyados por tanquetas y tanques. Los comicios, que se han celebrado por primera vez en un solo día y no escalonados en cuatro domingos, han sido supervisados por más de 200 observadores internacionales, casi la mitad de la Unión Europea (UE).

Un largo proceso iniciado hace un año

Los comicios de hoy suponen la culminación de un largo proceso firmado hace casi un año y que concluía la peor ola de violencia registrada en el país desde la guerra civil (1975-1990). En el momento de firmarse el acuerdo, el país llevaba seis meses sin presidente, y dos semanas antes, más de 65 personas habían perdido la vida en violentos enfrentamientos entre elementos progubernamentales y facciones afines a Hezbolá, después de que el Gobierno ordenara la cancelación de la red telefónica privada del grupo chií en el último episodio de tensiones entre ambos grupos.

Desde la firma del acuerdo en Qatar bajo la mediación de la Liga Arabe, Hezbolá respeta la formación de un nuevo Gobierno de unidad y conserva el derecho de veto sobre las decisiones más importantes del Ejecutivo, ahora encabezado in tempore por el presidente Michel Suleiman. Se mantiene, no obstante, la presión sobre Hezbolá por el apoyo que recibe de Damasco, una alianza que provoca el rechazo contundente de centenares de miles de libaneses que se oponen a la influencia histórica siria en el país y que alcanzó un punto culminante en 2005 con el asesinato del ex primer ministro Hariri, un magnicidio en el que Damasco ha negado desde el primer momento haber estado involucrado.

Según sus críticos, Damasco desea un Gobierno sumiso al Eje sirio-iraní, el bloqueo del proceso de investigación del asesinato de Hariri en los tribunales internacionales, el aplazamiento del problema fronterizo entre Siria y Líbano , y sobre todo, el abandono de las pesquisas sobre el estado de centenares de prisioneros libaneses desaparecidos en Siria. Otros consideran esta perspectiva "simplista hasta el grado del ridículo", según el politólogo Rime Allaf, para quien resulta "absolutamente imposible valorar el interminable arsenal de historias, rumores y deducciones sobre los presuntos crímenes sirios".