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«Me moría de miedo sólo con pensar que eran tres»

Montse Romero es madre de tres niños de nueve años con los que le tocó aprender a hacer mil cosas al mismo tiempo Ricardo Vidal y Belén Llorens son padres de mellizas y aseguran que el apoyo de las asociaciones es un alivio

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Padres primerizos y llegan dos a la vez. Ricardo Vidal y Belén Lloret no tenían dudas cuando acudieron a la clínica de fertilidad. Querían dos y tuvieron la suerte de conseguirlo a la primera. El resultado fueron Marta y Belén, que ahora tienen seis años y empiezan el próximo curso la Primaria en un colegio gaditano.

Lo peor de la experiencia fueron los primeros cuatro meses. Alternando tomas a la hora de darles el pecho y consolando a las dos cuando una empezaba a llorar. «Se te hace una cuesta arriba», cuenta Ricardo, que dormía con una cuna al lado de la cama. La otra estaba junto a la madre. «Era la única manera que teníamos de poder descansar y lo hacíamos por turno». Aquello no duró demasiado, pero Belén tuvo que dejar de trabajar un tiempo para hacerse cargo de las niñas.

«Cuando las ves ahora todo compensa», asegura la madre. En su caso eligieron tener dos y funcionó. Hay pacientes que acuden a las clínicas de fertilidad y aceptan implantarse hasta tres a riesgo de que todos sigan adelante.

En cuanto a las ayudas, aseguran que «siempre se pueden pedir más, pero están compensadas». Las parejas que tienen embarazos múltiples reciben una subvención de la Junta de 1.500 euros durante tres años y a través de la asociación andaluza de partos múltiples tienen una ayuda para comprar la leche.

Montse Romero disfruta ahora con sus tres pequeños, pero no se olvida de los primeros años. Es madre de trillizos, noticia que le comunicaron en la primera ecografía con apenas mes y medio de embarazo. Le quedaron otros siete para hacerse a la idea. «Estaba muy asustada porque no conocía a nadie que hubiera tenido un parto de tres, aunque lo peor vino después». Todos enfermaban a la vez, lloraban a la vez y tenían que tomar el biberón al mismo tiempo. «Todas las manos resultaban pocas», recuerda Montse, que ahora vive en Vejer.

En su caso, el embarazo múltiple también se produjo por reproducción asistida. En aquel tiempo era habitual transferir tres embriones para garantizar que prosperara el embarazo, pero los niños venían con fuerza desde pequeños. Su madre recuerda que tuvieron que pasar por la incubadora hasta que cogieron peso, «luego han sido unos chicos muy sanos».

Montse está muy orgullosa de sus trillizos, aunque considera que «el control en este tipo de tratamientos es bueno, porque nadie puede hacerse a la idea de lo que significa sacarlos adelante». En su caso, ha repetido la experiencia de la maternidad, con un niño de tiene cinco meses con el que es ya toda una experta.