Miembros del Ejército ceilandés inspeccionan armamento intervenido a los Tigres tamiles. / Afp
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Sri Lanka termina con 25 años de guerra civil marcada por el fracaso de la negociación internacional

El grupo rebelde separatista de los Tigres tamiles anuncia su rendición acosado por el Ejército

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El grupo rebelde separatista de los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil o LTTE (conocidos comúnmente como los Tigres tamiles) ha anunciado su rendición para poner fin al conflicto armado más longevo del Asia moderna. Un cuarto de siglo de enfrentamiento armado que se ha terminado resolviendo con una ofensiva brutal del Ejército ceilandés que ha provocado una catástrofe humanitaria de enormes proporciones contra la población civil atrapada entre ambos bandos.

Los rebeldes se rinden, de acuerdo con su comunicado, para evitar nuevas masacres contra la población civil perpetradas por las tropas ceilandesas, que a su vez denuncian que los Tigres han empleado a hombres, mujeres y niños como escudos humanos para facilitar su repliegue ante el imparable avance de los soldados, que ayer completaban la conquista de la línea costera, cerrando a los guerrilleros el acceso al mar, donde su flotilla naval ha sido prácticamente aniquilada.

Intentos fallidos de mediación

Horas después, el presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapakse, anunciaba la "victoria militar" sobre los tamiles y el fin de un conflicto que se ha cobrado la vida de al menos 80.000 personas, según los pocos datos fiables que se han recogido a lo largo de este conflicto, donde la presencia internacional ha brillado por su ausencia, salvo cuatro intentos de negociación de alto el fuego, auspiciados por mediadores noruegos, y que todo lo más garantizaron sólo durante cuatro años la seguridad de la población civil. Tras esos infructuosos intentos de negociación internacional para un alto el fuego, la guerrilla aceptó participar en conversaciones de paz mediadas por Noruega para conseguir alcanzar sus objetivos mediante fines políticos y declaró el cese temporal de hostilidades en 2002.

Los obstáculos aparecieron de forma casi inmediata: en 2003, el Gobierno ceilandés rechazó una propuesta de autonomía presentada por el LTTE. Tres años después, en 2006, los Tigres anunciaban su retirada de las conversaciones de paz de Oslo. Alegaron que sus milicianos seguían amenazados por la presencia militar en su territorio. Durante todo el año se registraron violentos combates entre ambos bandos, mientras la comunidad internacional daba por imposible cualquier intento de salida negociada. Para cuando el Gobierno anunció su retirada del acuerdo de alto el fuego en 2008, todas las partes intervinientes daban prácticamente por sentado que, en realidad, el acuerdo llevaba varios meses careciendo de validez alguna.

La gran ofensiva

Con la toma de Madhu en abril de 2008, el Ejército ceilandés comenzaba lo que el Ministerio de Defensa denominó como 'La cuenta atrás definitiva': un asalto total de, en principio, cinco divisiones con un total de 50.000 hombres contra las posiciones rebeldes por tierra y mar, empujando a las milicias hacia el norte de la isla mientras la Armada ceilandesa contenía cualquier intento de huída a aguas internacionales.

La 59 División del Ejército realizó un fulgurante avance hacia el este, hasta Mullaittivu, y hace un mes alcanzó las afueras fortificadas de la localidad y entró por el oeste, a través de la laguna de Chundikulam. Desde ese momento, el acceso internacional a la zona quedó limitado y no se tiene constancia a ciencia cierta del verdadero número de combatientes fallecidos de ambos bandos en esta operación. El Ejército ceilandés reconoce más de 3.500 soldados muertos, pero los Tigres aseguran que el número es mucho mayor. Por la parte rebelde, dependiendo de los Tigres o del Gobierno, la cifra oscila entre los 2.200 y los más de 4.000.

La "ofensiva en embudo" preparada por el Gobierno no sólo atrapó a los rebeldes. La población civil de la zona se quedó aislada y a merced de las partes beligerantes. Bien por disparos, bombardeos, ejecuciones, enfermedades, hambre o sed, se cree que entre 70.000 y 80.000 personas han perdido la vida entre septiembre de 2008 y mayo de 2009. Esta semana, y con los rebeldes reducidos a una zona de apenas un kilómetro cuadrado de extensión, las organizaciones humanitarias han podido comprobar los daños con un cierto margen de maniobra del que no habían gozado hasta el momento. La evaluación final de Cruz Roja sentenciaba "una catástrofe humanitaria de proporciones inimaginables".

Víctimas civiles

La fase final de la ofensiva comprendió una serie de bombardeos y asaltos multitudinarios contra la posición rebelde, justamente al lado de lo que hasta hacía un par de meses era un corredor humanitario rodeado de campamentos de refugiados donde se aglutinaban hasta 50.000 civiles. Un intento a la desesperada de forzar una solución negociada por parte de Estados Unidos, que amenazó con suspender un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) valorado en 1.400 millones de euros resultó completamente inútil: el presidente ceilandés, respaldado por la victoria en India de su tradicional aliado, el Partido del Congreso, y a sabiendas de que goza de las simpatías de China y Rusia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ordenó el asalto definitivo el pasado viernes.

Desde entonces, los acontecimientos se han sucedido a velocidad vertiginosa. Primero con la sospecha de que los rebeldes, que portan una cápsula de cianuro para quitarse la vida en el caso de verse arrinconados, podrían estar cometiendo ahora mismo un suicidio en masa. Después, con la declaración de victoria formulada por el presidente Rajapakse durante su visita de ayer a Jordania y que se espera culmine el martes con una "celebración" en la capital, Colombo. Y finalmente, y a la espera de confirmación, la posibilidad de que el Ejército haya podido encontrar el cadáver de Prabhakaran, según anunciaban hoy fuentes militares bajo el anonimato.