Joaquín Ballesteros, en la inmobiliaria que regenta en Chiclana./ J. A.
Ciudadanos

«Sólo alquilamos a conocidos y gente de confianza»

Las inmobiliarias limitan los perfiles de los futuros inquilinos para evitar problemas

| CHICLANA Actualizado: Guardar
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Los arrendatarios de los pisos vacíos en la provincia andan desde hace unos años con mucho ojo a la hora de alquilar sus propiedades. La morosidad y el elevado índice de casos en los que los inquilinos destrozan el mobiliario y dejan en mal estado las viviendas han obligado a los profesionales que se dedican al alquiler a tomar sus precauciones.

Joaquín Ballesteros regenta desde hace años la inmobiliaria La Cuña en la céntrica calle La Plaza de Chiclana, un negocio familiar que ha pasado de generación en generación.

Su experiencia en el alquiler de viviendas «ha sido hasta el momento bastante buena», apunta. Pero todo éxito tiene un secreto. «El nuestro es que siempre alquilamos a personas de confianza, asegurándonos antes de que serán solventes y tratando de adivinar si tendremos algún problema con ellos en el futuro», explica.

Entre las medidas de precaución que toman las agencias está, por ejemplo, «intentar conocer lo mejor posible al cliente e incluso pedirle su nómina» para garantizar la solvencia del inquilino en cuestión.

La legislación vigente permite a los arrendadores cobrar un mes de fianza a los inquilinos por adelantado, «a lo que hay sumar la cuota del mes en curso» en la inmensa mayoría de los contratos de alquiler que se firman hoy día.

Sin embargo, y ante el incremento de la morosidad y los casos que terminan en la vía judicial por disputas entre las partes, los propietarios de viviendas vacías han optado por reforzar su protección con otras medidas menos conocidas, impopulares a veces, pero más efectivas. «Una de las más utilizadas es contratar un seguro privado contra los impagos o los daños en el inmueble», explica Ballesteros. Esa póliza hace que la compañía aseguradora cubra las mensualidades que se adeuden en un momento dado, y que incluso sea ésta quien reclame administrativamente a los inquilinos los pagos en caso de que éstos dejen de abonar sus cuotas.

El problema es que la larga burocracia administrativa hace que a veces «ni siquiera el contratar un seguro sirva», apunta. En muchos casos los propietarios de viviendas que acuden a una agencia inmobiliaria a poner sus pisos en alquiler «se arrepienten de haberlo hecho por los constantes problemas con sus inquilinos».