crisis financiera global

20 días de diplomacia e insistencia llevan al presidente a Washington

Zapatero recibió innumerables apoyos a su pretensión, incluido el de los países iberoamericanos miembros del G-20

MADRID Actualizado: Guardar
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El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, defendió desde un primer momento la presencia de España en la cumbre que iniciará en Washington la reforma del sistema financiero internacional, pero no ha sido hasta 8 días antes de esa cita cuando se ha confirmado su participación.

Fue el último Consejo Europeo, celebrado el 16 de octubre, el que acordó promover una reunión internacional ante la crisis. "España debe de estar en esa cumbre", dijo entonces Zapatero, quien recabó de inmediato el apoyo del primer ministro británico, Gordon Brown. Dos días después el presidente de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, y el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, se reunieron con el presidente estadounidense, George W.Bush, en Camp David para cerrar la cita.

Los argumentos del Gobierno para reclamar su presencia en la cumbre no han variado: España es la octava potencia mundial y su sistema financiero ha demostrado ser más sólido que el de otras economías desarrolladas ante las turbulencias de los mercados internacionales.

Malas noticias para España

Zapatero tuvo que explicárselos personalmente a Sarkozy cuando éste propuso que en la cumbre participaran el G-8 (países más industrializados y Rusia) y el G-5 (economías emergentes) y, desde entonces, el presidente francés se convirtió en uno de los principales aliados del Ejecutivo español.

El jarro de agua fría llegó el 22 de octubre, cuando Washington anunció que la reunión se celebraría el 15 de noviembre y que los invitados serían los países del G-20, lo que dejaba fuera a España. A partir de ese momento, la diplomacia española intensificó sus contactos "en todas las direcciones, con todo del mundo y a todos los niveles", según informaron fuentes del Gobierno, para lograr una invitación.

Zapatero no llamó a Bush, pero el Ejecutivo, el Ministerio de Exteriores y la Embajada española en Estados Unidos realizaron todas las gestiones posibles ante la Casa Blanca e incluso ante los equipos de los candidatos Barack Obama y John McCain. El presidente del Gobierno decidió además dejar claro el papel de España ante la crisis internacional.

De cumbre a cumbre

Viajó a Pekín para participar en la Cumbre Asia-Europa y tres días después voló a San Salvador para asistir a la XVIII Iberoamericana, dos citas centradas en la grave situación de los mercados financieros. En ambos foros Zapatero recabó y recibió apoyos explícitos a la participación de España en la cumbre de Washington, pero siempre mostrando su confianza en las gestiones de Sarkozy y Barroso como co-organizadores de la reunión junto a Estados Unidos. "Sin alharacas, sin hacer nada extraño, sólo con argumentos, con razones, defendemos que nuestra voz cuente y le puedo asegurar, va a contar", manifestó en Pekín.

Su convencimiento fue respaldado por las palabras que el Rey pronunció en Lima durante una conversación informal con los periodistas que cubrían su viaje de Estado a Perú, a quienes dijo que estaba "seguro" de que España acudiría a Washington. En San Salvador, Zapatero recibió innumerables apoyos a su pretensión, incluido el de los países iberoamericanos miembros del G-20: Brasil (que preside en estos momentos el grupo), México y Argentina.

En el Consejo Extraordinario de la UE celebrado en Bruselas no era seguro que se desvelara la incógnita y de hecho eso no ocurrió, aunque todos los indicios apuntaban a la presencia de España en Washington. Fue a la vuelta de la capital belga cuando Zapatero recibió la confirmación francesa de que su deseo se ha visto cumplido.