DE UNIFORME. La teniente Verónica Marqueta, en el cuartel. / ÓSCAR CHAMORRO
Ciudadanos

Un lucha entre hombres

La teniente Marqueta Márquez fue la primera oficial de carrera El afán de superación la ha llevado a desenvolverse en un mundo masculino

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Cada día es una sorpresa, entre maniobras, misiones al extranjero o el trabajo un poco más cotidiano que se hace en los cuarteles. Las mujeres militares han asumido su papel «como uno más» y siguen luchando por su integración total en las Fuerzas Armadas cuando se cumplen 20 años del ingreso de las primeras soldadas en las academias militares españolas. Este año se cierra con un alto índice de féminas en el panorama militar: uno de cada ocho efectivos es mujer. Además, España es el segundo país europeo en presencia de mujeres en los ejércitos.

La presencia femenina llega a elevarse hoy día al 12,3 % del total de las Fuerzas Armadas, en una jerarquía que durante años había pertenecido exclusivamente a los hombres. Concretamente, en la provincia de Cádiz se encuentran 163 mujeres de un total de 2.400 efectivos. Son oficiales cinco de ellas, ocho han alcanzado el nivel de cabo primero y 150 se reparten entre soldados y cabos. En Cádiz, por tanto, el porcentaje de mujeres se reduce a un 6,79%. Las nacionalidades se reparten entre Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador y España.

Un caso concreto

«Buenos días mi teniente», se llevan la mano a la cabeza y la saludan erguidos mientras va caminando por las instalaciones del Tercio de la Armada en San Fernando, donde lleva tres años destinada. En el cuartel todos la conocen como teniente Marqueta, aunque fuera sigue siendo Verónica. Ha cumplido 30 años y en el uniforme que viste, sobre su hombro derecho, lleva dos estrellas de seis puntas que marcan su rango. Verónica Marqueta es la primera oficial de carrera de Infantería de Marina.

Cuando le preguntan de dónde es tiene dudas, porque su padre también es militar y ha pasado su infancia viajando entre Madrid y Huesca. La profesión la lleva en la sangre y lo tuvo muy claro desde un primer momento, a pesar de que en su promoción era la única mujer. Se adentró en las Fuerzas Armadas en 1999 con la expectación de toda la sociedad que aún no reconocía el papel de la mujer en el ejército. «Fue una sorpresa para todos, algunos pensaban que no iba a ser capaz y otros veían la entrada de la mujer con ilusión».

Para entrar en el cuerpo realizó las mismas pruebas que sus compañeros sin distinción y asegura que no fue discriminada en ningún momento ya que «no lo habría permitido; cuando estoy trabajando no soy ni hombre ni mujer, soy uno más, y lo más importante es que te respeten». Asegura que en su compañía lo hacen.

Para Verónica, lo más importante era demostrar que podía hacer el mismo trabajo, que era igual «desde el punto de vista profesional». En el personal, «sigo siendo una mujer». La teniente Marqueta tiene claro que la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas ha supuesto un proceso de integración «que ha ido poco a poco y que como cualquier otro lleva su tiempo, la clave está en que la persona que se está integrando lo vea como una situación totalmente normal». «Te pueden mirar raro, pero si asumes tu trabajo y tu papel, te debe importar poco lo que diga el resto de la gente».

En Infantería de Marina era la única mujer, de la compañía pero tenía compañeras del Cuerpo General, que ahora están destinadas en barcos. Fueron sin duda uno de sus grandes apoyos, aunque asegura que «tenía actividades que ellas no tenían, como las salidas al campo, y normalmente estaba rodeada de hombres». Pero el carácter e iniciativa de Verónica no le hicieron dudar ni un sólo momento de lo que quería conseguir. «Para mí no ha sido más duro que para mis compañeros, en las maniobras todos pasamos frío, sueño o hambre, nos han preparado físicamente para ello, para soportar este tipo de misión, si no, no estaríamos allí».

Trabajo y familia

Ahora está destinada en el Tercio de Armada (TEAR), en San Fernando -en la compañía de Inteligencia- e intenta compatibilizar su vida profesional y familiar, mientras insiste en que, en la sociedad actual, «es difícil para cualquier mujer que trabaja compaginar estos dos aspectos; pero puede hacerse con una buena organización». Además, explica que se están tomando medidas para ofrecer más comodidad para la integración familiar, incluso para los matrimonios en los que ambos cónyuges son militares.

La capacidad de superación es una de las virtudes que la carrera militar ha ofrecido a la teniente Marqueta, quien asegura que lo positivo de la profesión no se centra sólo en aspecto materiales: «Es un bienestar contigo mismo, un equilibrio, pones una disciplina en tu vida y un afán de superación muy grande, que en malos momentos te ayuda a superar cosas que, a lo mejor, sin esta preparación sería más complicado asumir». Si hay algo negativo en este trabajo para Verónica es que es muy sacrificado porque requiere muchas horas y atención, pero lo positivo lo supera con creces: «Hay diversidad para desempeñar cometidos, nunca te cansas ni aburres y siempre puedes hacer cosas muy diferentes. Si estás saturado de una actividad puedes pasar a otra perfectamente».

La mujer se ha ido haciendo un hueco en una profesión que durante años fue exclusiva de hombres. «Lo recomiendo a cualquier mujer que tenga estas inquietudes y busque un tipo de vida activa, diversificado y sobre todo con afán de superación».

sanfernando@lavozdigital.es