PERFIL. La inconfundible silueta de la moto más vendida en el mundo tomará El Puerto este fin de semana.
Sociedad

El Puerto acoge el III Encuentro Nacional de Scooters Clásicos

Propietarios y coleccionistas de Vespa y Lambretta lucirán este fin de semana decenas de modelos de todos los estilos

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A veces, muy pocas, una pieza industrial, una máquina salida de una fábrica, reúne belleza, utilidad, encanto, sencillez, fiabilidad, bajo consumo, buen precio y resistencia. Ese prodigio, que se da de tanto en tanto, sirve para crear modelos clásicos, diseños inmortales, que sobreviven al tiempo y conservan, con unos pocos ajustes técnicos, un brillo capaz de hipnotizar a una generación tras otra.

La Vespa es uno de esos milagros, si no el mayor. Nació en la durísima posguerra italiana, en 1948, cuando robar bicicletas ya era un sueño para legiones de pobres. Entre tanta penuria, en busca de un medio de transporte práctico y barato, Enrico Piaggio y Corradino D'Ascanio dieron con la fórmula mágica.

Su obra, con ruedas diminutas, culo generoso -que auguraba la llegada de la Loren y la Lollobrigida-, cambio de marchas en el puño izquierdo y motor bajo el sillín sobrevivió a esa miseria, conoció la locura de los 60, paseó a los mejores actores, convivió con los hippies, la crisis del 73, las hombreras, e internet. Hasta hoy, con la seducción del primer día.

Los que lo duden, pueden comprobarlo desde mañana, en El Puerto de Santa María, que acoge hoy y mañana (con una fiesta nocturna de recepción el viernes) el III Encuentro Nacional de Scooters Clásicos, una cita capaz de atraer a propietarios y admiradores de Vespa y Lambretta de toda Andalucía.

Algunos llegan hasta del Norte de Castilla o de Portugal, detalla orgulloso, Miguel Pozo, presidente del Scooters Club Sur, bastión provincial de esta tribu de adoradores que ya cumple tres años de convocatoria.

Se agrupan alrededor de páginas de internet en las que se cierran las citas, se compran complementos y materiales necesarios para conservar activas má-quinas que, co-mo media, tienen 20 años de vida.

Pero consiguen tenerlas vivas, y guapas. Una vez reunidas, la cita consiste en recorrer kilómetros con el scooter, intercambiar opiniones junto a un refresco y un bocadillo, realizar alguna ruta y mostrar a los demás modelos que tienen muy distinto aspecto. Los hay muy antiguos, de coleccionista, con sidecar, con grandes viseras, siempre con piezas compradas una a una, conservadas y montadas a ma-no como joyas.

Llegarán ejemplares de estética más deportiva o recargados de espejos y faros (llamados mods por representar a esa corriente musical y cultural), también hay algunas sobrias, sin un solo adorno. Sus dueños, decenas las lucirán y tomarán las calles de El Puerto con una sola condición: adorar la Vespa y la libérrima ensoñación que representa.

También hay reglas, los que tengan un scooter automático (aunque sea de la misma marca) o japonés, que se abstengan.