AUXILIO. Vista general de la playa de Regla donde fue atacada la víctima por su pareja. / LA VOZ
Ciudadanos

«Cuando oímos los gritos de auxilio, todos salimos corriendo en su ayuda»

El testigo principal de la agresión sufrida por una mujer en la playa de Regla en Chipiona relata cómo un grupo de 30 personas retuvo al agresor

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Hay imágenes, momentos, experiencias que a una persona no se le olvidan y una de esas fue la que vivió José Torres, un sevillano de 31 años y también uno de los jóvenes que acudió en ayuda de la mujer que fue agredida por su esposo en la playa de Regla, en Chipiona, en la madrugada del pasado domingo.

La víctima le relató a los agentes de la Policía Local que la asistieron en un primer momento que su marido tenía la intención de matarla cuando le introdujo la cabeza en el agua en más de una ocasión. Uno de sus ángeles de la guarda le quita importancia a su intervención, pero cuando se le pregunta qué hubiera pasado si hubieran hecho oídos sordos a su lamentos, responde: «No sé qué hubiera pasado con ella».

Este periódico informaba en su edición de ayer cómo un grupo de jóvenes intercedió de forma crucial para evitar que una turista, procedente de Talavera de la Reina (Toledo), fuera ahogada en la orilla de la playa a manos de su esposo. La agresión no se produjo en la intimidad, sino a la vista de decenas de personas que apuraban la noche del sábado en los bares de copas que rodean ese enclave de la localidad.

Alrededor de 30 personas acudieron en su auxilio, como confirmaban ayer fuentes de la Policía Local, que fue la que recibió el aviso telefónico y la que envió al lugar dos patrullas. Tras detener al supuesto agresor, Javier D. G., de 43 años, lo entregaron en el cuartel de la Guardia Civil, donde permaneció retenido hasta que fue puesto a disposición judicial, quedando en libertad con cargos y con una orden de alejamiento que le impide acercarse a su esposa.

Ése fue el punto y aparte de un nuevo episodio de violencia doméstica, pero la forma en la que se sucedieron los hechos y la colaboración ciudadana tan masiva, no ha dejado impasibles a los que estuvieron el domingo, sobre las seis de la madrugada, en la citada playa chipionera. Así lo reconocían ayer desde la Policía Local y uno de sus protagonistas ajenos al Cuerpo de Seguridad: José Torres, quien le resta importancia a su gesto. «Cuando oímos los gritos de auxilio, todos salimos corriendo en su ayuda. Simplemente me aseguré que esa señora recibiera ayuda y que la situación no se agravara aún más».

«Habíamos salido de noche con mi mujer y unos familiares. Cuando nos dirigíamos hacia el Faro escuchamos de repente unos gritos de mujer. Pedía auxilio y decía que la querían matar. Y en cuestión de segundos, unos chicos que había en la playa salieron corriendo hacia la orilla».

José reconoce que a esas horas más cerca de la mañana que de la madrugada y en una zona de copas, «parecía todo una pelea más por culpa del alcohol». Pero al acercarse con su pareja, vio que los primeros en llegar sacaban del agua a un hombre y unas chicas hacían lo mismo con una mujer. «No se me olvidará nunca la cara de ella. Estaba empapada, con la mirada perdida y tiritando». José vio arañazos en sus brazos. «Fue en ese momento cuando alerté por teléfono de lo que estaba pasando».

José era una de las treinta personas que rodearon al agresor Javier D. G., aunque nunca llegó a tocarlo. «Lo tenían agarrado varios y les pedí que estuvieran tranquilos, que no le hicieran nada que había llamado a la Policía, que tardó ni un minuto».

Los agentes municipales disolvieron el grupo, procedieron a detener al individuo y trasladar al centro de salud a la mujer. Sendos traslados aportaron algunos datos de la agresión. Los policías que se llevaron al marido se quedaron sorprendidos por la tranquilidad que mostraba «en todo momento» Javier D. G. de 43 años. No quiso hablar en un principio, pero después cedió a las preguntas de los agentes y se limitó a decir que él no había hecho nada y que simplemente estaba discutiendo con su esposa.

La víctima, en cambio, se encontraba en estado de shock cuando fue llevada al centro de salud. Desde allí fue derivada al hospital Virgen del Camino donde le realizaron pruebas complementarias que descartaron daños interiores, consiguiendo así el alta médica. Ella sostuvo que había querido matarla. «En una situación como ésa, es muy difícil quedarse sin hacer nada. Qué menos que coger un teléfono y avisar», comenta sin atisbo de orgullo.