Varios antidisturbios de la policía birmana permanecen detrás de un cercado de alambre de espino en Rangún. / EFE
dos nuevos heridos por los disparos

La férrea represión de las revueltas devuelve el control de las calles al Ejército birmano

Al cerco de los principales templos budistas se ha sumado el cierre del acceso a internet desde los cibercafés del país

RANGÚN Actualizado: Guardar
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Después de once días de revueltas, la Junta Militar de Birmania (Myanmar) ha intensificado hoy la represión de las manifestaciones de protesta en Rangún, una capital prácticamente aislada del resto del mundo por el expeditivo método del corte de las comunicaciones telefónicas y por Internet.

A tiros o a bastonazos, las fuerzas de seguridad han dispersado durante todo el día a los grupos de birmanos que se han atrevido a salir a las calles desiertas en las que 15 personas, dos de ellas de nacionalidad extranjera, han perdido la vida en los últimos días. Los heridos se cuentan por decenas.

Casi todas las calles del centro de Rangún han sido bloqueadas con alambradas de espinos y los soldados, reforzados con tropas venidas de otros puntos del país, han ido tomando progresivamente el control de la situación. Este último movimiento de tropas se interpreta desde las filas opositoras como una señal de disensiones en el seno de la Junta Militar por la respuesta para acallar las manifestaciones.

Previamente han sido ocupados los mayores monasterios budistas para impedir la salida de los monjes (auténticos líderes de las movilizaciones) y se ha estrechado el cerco en torno a las pagodas de Sule y de Shwedagon, los dos puntos emblemáticos de las protestas. En Sule se han registrado los dos únicos heridos de la jornada a causa de los disparos con los que se ha dispersado una manifestación de unas 2.000 personas.

Unas pocas horas antes en la misma zona, los cuerpos de seguridad han frustrado una protesta organizada por la Liga Nacional para la Democracia (LND), la formación política que lidera la cautiva Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, y la única que resiste a la presión de la Junta Militar, que intenta por todos los medios controlar a la población, así como la información de las revueltas.

El primer ministro británico, Gordon Brown, ha asegurado que el número de muertos en Birmania podría ser "muchísimo mayor" del anunciado. Por su parte, el embajador australiano en Birmania, Bob Davis, ha denunciado que la cifra de víctimas mortales de la represión es "significativamente mayor". De acuerdo con el testimonio de diversos residentes en Rangún, las tropas retiran velozmente los cadáveres de la calle para ocultar la cifra real de muertos.

Imágenes tomadas desde satélites muestran pueblos destruidos y traslados forzados en Birmania. Varios investigadores estadounidenses han mostrado fotos realizadas a finales de abril y que muestran zonas de tierra donde fueron destruidos poblados cuyos edificios desaparecieron literalmente

Control de Internet

Con las protestas sofocadas, el departamento de guerra cibernética del Ministerio de Defensa ha reforzado el control sobre Internet, bloqueando servidores, atacando con virus 'blogs' de disidentes y desplegando informadores para peinar la Red en busca de internautas opositores al régimen. Las autoridades ordenaron previamente el cierre de todos los cibercafés del país para impedir que salga información al exterior sobre la represión.

El departamento de guerra cibernética está adscrito a la Oficina de Servicios Informáticos del poderoso Ministerio de Defensa y se encarga, entre otros cometidos, de vigilar las conversaciones telefónicas y correos electrónicos de miembros de la oposición.

Desde sus terminales, los espías birmanos se han multiplicado para perseguir los comentarios de internautas sospechosos en varios diarios 'online', algunos de los cuales han sido clausurados, aunque otros han quedado disponibles para poder identificar a opositores.

Birmania está gobernada por los militares desde 1962 y no celebra elecciones parlamentarias desde 1990, cuando el partido oficial perdió de manera abrumadora ante una coalición opositora encabezada por la líder Suu Kyi, bajo arresto domiciliario desde 2003.