GADIÁSPORA

VOLVER O NO

Como decía Borges, «Uno nunca termina de irse del lugar donde se crió»

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He visitado en la National Gallery of Art de Washington la muestra 'Gauguin, Maker of Myth' de quien fue, junto a Cezánne, el más dotado de los llamados impresionistas o postimpresionistas. La muestra se centra, sobre todo, en las pinturas -casi postales- que Gauguin realizó en Tahití y que presentaban una imagen idílica y paradisíaca de las islas adonde decidió marcharse a vivir.

Tanto Estrella de Diego -en su imprescindible 'Travesías por la Incertidumbre'- como Robert Goldwater -en su artículo de 1969, 'Gauguin y el primitivismo'- cuestionan, sin menoscabo, la veracidad de la mirada de Paul Gauguin y postulan la idea de que el artista pintaba, más allá de la verosimilitud de lo pintado, para sus amigos parisinos y construía, en realidad, imágenes que se ajustaban a lo que él quería contarles y a lo que ellos querían ver.

Fue Borges quien primero dijo que uno nunca termina de irse del lugar donde se crió, donde se formó, y aseguraba, cuando ya vivía en Europa, que él estaba constantemente en Buenos Aires.

Viene todo esto al caso porque este mes cumplo veinte años desde que salí de Cádiz y se impone el retrovisor con más o menos nostalgia. A lo Borges, siento que nunca me marché del todo y que - a lo Gauguin- mucho de lo que hago o veo -ya sea en Washington, Nueva York, o en Carolina del Sur- lo vivo pensando en compartirlo con aquellos a quienes me unen afectos. Un querido amigo me decía durante mis años en Madrid: «Tú has entrado en Madrid pero Madrid nunca ha entrado en ti». Exageraba, aunque entiendo lo que quería decir.

No sé si como en el tango tras veinte años se imponga volver pero aparecen mil dudas, ¿está Cádiz en un momento adecuado para que la gadiáspora vuelva?, ¿es preferible volver cuando la ciudad tenga algo que ofrecer o cuando se tiene algo que aportar a una ciudad necesitada de miradas e iniciativas exógenas?, ¿desea realmente la ciudad y sus instituciones recuperar a quienes en cierto momento no vieron más futuro que la partida?, ¿se sentirá alguien molesto ante la posibilidad del regreso de quienes traen experiencias no locales?

Quedan planteadas, en estas cuestiones, varias interferencias entre lo colectivo y lo individual, entre lo público y lo privado; pero de eso tratan nuestras relaciones con las ciudades. En una ciudad como Cádiz, hay que hacer leves concesiones de lo personal al colectivo; de la misma manera que uno asume las limitaciones públicas de la ciudad y las aplica a sus oportunidades individuales. El conflicto surge en la identificación plena de estas interferencias como ocurre en los programas de Telecinco, donde lo privado se hace público, o en los casos de corrupción política donde lo público pasa a manos particulares.

En cuanto al retorno, entiendo que se darán situaciones variadas: por un lado, aquellos que no deseen volver o que no puedan; por otro, quienes piensen en Cádiz tan solo como una ciudad de retiro y descanso tras años de éxodo y, finalmente, quienes crean -y ahí me apunto- que es deseable volver cuando todavía se puede aportar al colectivo aquellas experiencias que no se han podido compartir en su momento.

Por si acaso el regreso físico se acerca, toca ir preparando las 'postales gauguinianas' y sus adjuntos relatos para evitar el final del escritor argentino, quien muriendo en Ginebra seguía en Buenos Aires.

Otro querido amigo, también en la gadiáspora, me envía estos versos de Kavafis de su poema 'La Ciudad':

Dijiste: 'Me iré a otra tierra, me iré a otro mar.

Otra ciudad aparecerá mejor que ésta.(.)

Lugares nuevos no vas a encontrar, no encontrarás mares nuevos.

La ciudad te sigue'.