opinión

Esperpento hispano-chino

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Pido a los Reyes Magos que me den capacidad para comprender la sonrisa que el presidente Zapatero regala al saludar a Li Keqiang, viceprimer ministro de China. Siempre creí que su defensa de la libertad y los derechos humanos era sincera. Es más, he defendido que ésta era la convicción más fuerte y arraigada de un presidente que hoy deja sus principios en la cuneta de la crisis.

Siempre dije que su defensa de los derechos humanos era irrenunciable. Me equivoqué otorgándole una moral que se traduce en fachada y atrezo. El mercado ha podido con sus convicciones. Y si no es el mercado es el atrevimiento. Véase Cuba, Venezuela o Bolivia.

Toca hacer negocios con sátrapas que lucen corbatas de Hermès y visten ternos de Regent Street. Pero en las cárceles hay presos políticos; en los quioscos no hay periódicos que critiquen los excesos del poder, y el Estado clasifica y ordena las noches de amor en que una pareja puede engendrar a una criatura. La libertad sigue cercenada, pero nuestros gobernantes sonríen porque Li Kequiang dice que celebrarán el año nuevo con jamón y vino español. El asunto es tan escandaloso que, en la cumbre con empresarios ávidos de hacer caja en el gran país, el viceprimer ministro dijo (sic) que China estará con España en las alegrías y las penas. Que no cuenten conmigo..

Todo no puede valer por el negocio. Los principios de una nación o son sólidos o no son; o mejor dicho, no hay nación tal y como la entendieron los fundadores de 1812. La crisis ha hecho que las conciencias no se escandalicen con un régimen totalitario. Mi presidente sonríe a un déspota aseado que tiene en la cárcel a Liu Xiaboo, el último Nobel de la Paz por el que nadie preguntó. Se trata de negocios, no de principios. ¿Cómo ha dicho el chino? ¿En las alegrías y en las penas? No, por Dios, no. ¿Saben qué quiere decirnos con esta declaración de amor? Que nos ayudarán a superar la crisis comprando deuda que otros no quieren.

«No importa si el gato es blanco o negro, lo importante es que cace ratones», respondió Deng Xiaoping tras la muerte de Mao. Hoy esta gran metáfora marca la política del presidente de España. Probablemente Zapatero esté obligado a pensar en números y porcentajes. Los demás tenemos que recordar que eso no se puede hacer a cualquier precio. En mi nombre, presidente, no. Y espero que se note que hablo de principios, para nada de ideologías. Pero ya ven, todavía hay quien no enrojece al arrancar mitin con un: 'Nosotros, los progresistas, bla, bla y bla'.