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Cristiano fulmina al Rayo en un duelo desgobernado

El luso firmó otro 'hat trick' en un Madrid que mejoró con Özil y destrozó a los de Sandoval cuando jugó en inferioridad por la expulsión de Di María

MADRID Actualizado: Guardar
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En un partido desgobernado, sin control en el centro del campo y con dos equipos larguísimos, el Madrid goleó al Rayo porque, sencillamente, la diferencia de pegada y de jugadores es abismal.

Hay que agradecer la osadía del modesto equipo de Sandoval, pero defensivamente fue un desastre. Mourinho supo rectificar a tiempo su mal planteamiento inicial, con Lass como lugarteniente de Xabi Alonso, y ya con Özil el equipo le respondió. El Madrid acabó otra vez en inferioridad, por una mano absurda de Di María cuando ya tenía una amarilla, pero fue entonces cuando se mostró más junto y solidario. Marcó tres goles con uno menos y Cristiano firmó otro 'hat trick', con dos de sus goles de penalti.

El mejor entrenador del mundo, según remarcaron en la víspera tanto Florentino Pérez como Zidane, salió ante el Rayo con Xabi Alonso como único centrocampista de verdad. El rival era humilde como ninguno en Primera pero Mourinho consideró obligado alinear a Lass junto al donostiarra y prescindir en el arranque de Özil y de Granero. Una decisión muy discutible, más que trasladar a Ramos al lateral derecho, dar por fin la titularidad a Albiol en el eje de la zaga, brindar un puesto en el once a Kaká y apostar por Higuaín en punta porque entiende que tiene más agallas y empuje que Benzema.

El partido comenzó con 0-1. No se habían sentado aún miles de espectadores y el Rayo ya se puso por delante. Una indecisión en el centro del campo, el tiro de Tamudo, el rechace en corto y hacia el frente de Casillas y el toque a placer de Michu. Todos los merengues estuvieron pasivos. Apenas habían transcurrido 20 segundos y el Madrid encajaba el gol en contra más rápido en la historia de la Liga en Chamartín. Ziganda le marcó uno más rápido, según informó Pedro Martín en la Cope, pero fue en San Mamés.

Ante un Madrid perplejo, incapaz de trenzar un par de pases en el centro del campo y de percutir con cierto orden, el Rayo se sentía feliz. Se desplegaba con desparpajo, aun a riesgo de convertirse en un equipo vulnerable y de que sus futbolistas se quedasen sin fuelle en media hora. Los de Sandoval presionaban muy arriba, Michu encimaba a Xabi Alonso, y las pérdidas de balón de los locales eran constantes. Lass, el guineano de 19 años que causa sensación en Vallecas, ganaba la espalda a Marcelo. El Bernabéu silbó cuando tuvo que ser Casillas el que la sacara en largo.

'Mou', nervioso

Mourinho, siempre de pie en el banquillo, nervioso, gesticulante y con constantes protestas hacia el cuarto árbitro, tuvo una virtud de sabio, ya que supo rectificar a tiempo. Introdujo a Özil y desactivó al Rayo. El empate llegó en una jugada que retrató a los vallecanos. Sacaban de banda en ataque, la perdieron y regalaron un contragolpe letal. Cristiano cabalgó por la izquierda sin oposición y, una vez en el área, tiró raso bajo las piernas del portero Dani, hasta entonces notable.

Ya en los últimos minutos del primer tiempo, el Madrid asedió a su rival, cada vez más timorato. Los pases de Özil ya tenían algún sentido. Con el turco-alemán de centrocampista, Kaká se sentía más liberado en la media punta y Xabi Alonso menos agobiado por sus rivales. El Madrid firmó la remontada justo en el descuento, fruto de una acción polémica y, otra vez, muy mal defendida. Cristiano le dejó sacar una falta a Xabi Alonso y su equipo lo agradeció.

Entraron tres jugadores al remate al borde del fuera de juego, el portero salió mal, Ramos la dejó muerta e Higuaín no perdonó.

El juego se reanudó de la forma soñada por el Madrid. Una internada de Kaká fue cortada en seco por Movilla. Penalti claro que transformó Cristiano. Con 3-1 y medio partido por delante, era el momento de ordenarse, de tocar, de jugar y de gobernar el partido. Pero este Madrid está peleado con el temple. Se complica la vida solito. Permitió al adversario meterse de nuevo en el partido por un despiste monumental en un córner y, a continuación, llegó la roja a Di María.

Mourinho, indignado, agotó los cambios. Arriesgó y ganó. Introdujo a Khedira y a Benzema, su equipo se replegó bien y fulminó al Rayo al contragolpe. En inferioridad fue cuando el Madrid lo tuvo más fácil. Varane, de espuela y cayéndose a la salida de un córner, y el delantero francés, de buen disparo desde la frontal, cerraban el partido. Solo quedaba otro penalti que no perdonaba Cristiano. Demasiados goles para tan poco fútbol.