EL RAYO VERDE

NADIE CONOCE A NADIE... MENOS AQUÍ

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Los cambios en la administración autonómica andaluza tienen en vilo a mucha gente: las familias de quienes comen de las arcas públicas en sus muy diversos escalones, los salientes y los entrantes, sus partidarios y detractores, los aspirantes... los ciudadanos privados que han de negociar o gestionar con ellos, los que esperan cobrar algún día... Lo público ha tomado un peso tal en la vida moderna que cualquier aleteo puede desatar una tormenta. Estos días, cerrado el organigrama de la nueva Junta de Griñán en el Consejo de Gobierno del martes pasado, el 'impasse' que la Feria de Sevilla ha impuesto a la administración -un dato a tener en cuenta, y que no por sabido deja de ser escandaloso- ha dejado tiempo para que circularan con más fuerza los rumores y las preguntas: ¿Quién es fulanito, o fulanita, que tanto da?. Ahora nadie conoce a nadie, me decía una colega. Han llegado 'los nuevos', mientras que una generación se ha quedado laminada entre los viejos políticos y la joven hornada, y los veteranos afilan sus dudas hacia el neófito 'stablishment'.

Sin embargo, el pensamiento 'gatopardiano' de que todo cambie para que todo siga igual se resiste a salir de escena. Así, es palmario que aunque se hayan recortado cargos, muchos de los salientes han sido recolocados enseguida. Es el caso, en la provincia de Cádiz, del ex delegado de Educación, Manuel Brenes, que dejó el cargo y se fue a Empleo con Antonio Fernández, a una dirección general de Empleabilidad, me parece recordar, y cuando estaba poniéndose en el tema, cambia el consejero y queda cesante. En siete días tenía un nuevo puesto, el de director general de Espectáculos y Juegos, de la Consejería de Gobernación y Justicia. El titular de este departamento, Luis Pizarro, se resiste cuanto puede a esta 'new age' de renovación y rejuvenecimiento y también ha acogido en su 'staff' a otro veterano político gaditano, Domingo Sánchez Rizo, que pasó de delegado de Turismo a delegado de Justicia y al desaparecer este área, se ha convertido en director general de Administración Local, cargo en el que sustituye a Manuel Zafra, uno de los más prestigiosos catedráticos españoles de su especialidad. Este cambio ha sido singular objeto de comentarios en los cenáculos, dado el gran nivel del sustituido quien, según otras fuentes, habría pedido marcharse. En las delegaciones provinciales pasa igual: se puede saber y mandar de vivienda y al día siguiente de medio ambiente. No pasa nada.

Es, pues, visible que también, aquí y ahora, Cádiz es diferente. Si en Sevilla «nadie conoce a nadie», como decía mi colega citando el afortunado título de la novela de Juan Bonilla, aquí en Cádiz nos conocemos todos, o los conocemos a todos. Un veterano militante socialista gaditano me decía que su partido parece como el tren de la escoba: Siempre lo mismo. Pasa Luis Pizarro, pasa Paco Cabaña, pasa Rafael Román, pasa Pepe Blanco, vuelve a pasar Pizarro, luego Cabaña, etcétera. Es un bucle sin fin, entre escobazos, globos o caramelos, según. En la vorágine, pocos se dan cuenta de que los espectadores están ya hartos de ver pasar los mismos personajes y que o cambian el espectáculo o el público se va.