CALLE PORVERA

Vivir la vida

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Todos los años, a pocas semanas de que llegue mi cumpleaños (el día 13, está al caer, ya les aviso) me ataca de golpe la duda de si estoy haciendo con mi vida lo que quiero, si estoy sabiendo exprimir lo mejor de estos años, si me estoy aplicando el cuento y mi prioridad es vivir y no mirar el reloj, trabajar, madrugar, correr de un sitio a otro, estresarme por todo y por todos. En definitiva, si estoy pensando y cuidando de mí. Y todos los años me sale alguna asignatura a repetir, y así llevo ya unos años con el suspenso a cuestas.

Siempre me gustó pensar que yo era más hedonista, que era un espíritu más libre, pero cada vez tengo menos libertad para hacer lo que realmente me da la gana y, desde luego, mucho menos espíritu. Será la edad, ésa que hace que ahora me haya pasado al gin tonic (es fantástico.), pero a veces toca ser menos condescendiente con uno mismo y reconocer que cuando nos ponemos estupendos y nos miramos a nosotros mismos desde fuera no siempre vemos la realidad tal como es. No hablo de fustigarse, tranquilos, es sólo echarnos un autovistazo de reojo con ánimo constructivo.

En esas tribulaciones metafísicas y existenciales me encuentro, sumando años, entusiasmo y experiencia, pero también algo de cansancio y un poco de hartazgo; descubriendo -gracias a Dios- que el cuerpo me sigue pidiendo marcha y que recorra toda la geografía con Mochano para irme de concierto; sopesando si tantos dolores de cabeza y tantos quebraderos valen la pena; alegrándome de comprobar que los amigos siguen estando ahí, y riéndome al ver que algunos no sólo permanecen, sino que han sumado nuevos miembros al grupo y a la familia; haciendo cábalas de si el dinero me dará este verano para todo lo que quiero. Y cuando me harto, le cojo de la mano, llamo a Miriam, y nos vamos todos a por ese gin tonic.