Luces y sombras

Hasta la vista

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Como es de bien nacido ser agradecido quiero expresar mi sincero agradecimiento a La Voz, en la persona de su directora, por la oportunidad que me dio para colaborar en el periódico durante un dilatado periodo de tiempo. Eso de convertirse nada menos que en columnista de fin de semana me resulta tan gratificante que lo aprecio en su justo valor. Otra cosa, bien distinta, es que haya sido capaz de responder a la confianza depositada en mí. Espero que los lectores me juzguen con benevolencia y no se sientan muy defraudados. En todo caso es un riesgo que había que correr.

La experiencia ha sido interesante, diría que insólita, novedosa y apasionante, hasta tal punto que lo que en principio pensaba iba a durar alrededor de un año se traduce en una colaboración que se extiende a lo largo de tres.

Como todo género periodístico, la columna posee sus propias características, entre ellas, la falta de espacio. No hay hueco para los matices, tan necesarios en muchas ocasiones. Esta situación obliga a realizar verdaderos ejercicios mentales a la hora de seleccionar el sustantivo o adjetivo que mejor se ajuste al mensaje que se pretende transmitir o al contexto que se quiere describir.

Quedan todavía muchas cosas en el tintero. Por el momento más vale dejarlas ahí aunque no descarto darlas a conocer algún día. Es por eso que no me despido con un adiós, me parece una expresión demasiada rotunda. Mejor va con un hasta luego o hasta la vista. «Grazie mille».