Sociedad

La revolución Twitter

Una joven internauta está arrestada por provocar una revuelta popular en Moldavia desde su casa

| CORRESPONSAL. MOSCÚ Actualizado: Guardar
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Detrás de la revuelta que el pasado día 7 asoló el centro de Chisinau, la capital de Moldavia, que no dejó un mueble entero en las sedes del Parlamento y la Presidencia, hay un nombre concreto, el de la periodista Natalia Morar. Se valió de la red social Twitter para convocar la concentración y logró, sin esperarlo, que salieran a la calle unas 20.000 personas. Tiene 25 años y había sido expulsada de Rusia por sus incisivos artículos y por simpatizar con la oposición.

Morar, que acaba de ser puesta bajo arresto domiciliario, se reunió al día siguiente de las elecciones parlamentarias celebradas en Moldavia el pasado 5 de marzo en una cafetería de Chisinau con seis amigos para hablar de la victoria comunista y llegaron a la conclusión de que había sido muy superior a lo esperado. «Decidimos organizar un flash mob -concentración instantánea- para ese mismo día empleando Twitter, así como otras redes sociales y mensajes SMS», reconoce la joven reportera moldava en una entrevista al rotativo británico The Guardian. Pero la sorpresa de los conspiradores fue mayúscula cuando descubrieron que el centro de la ciudad se llenó de miles de manifestantes. «Esperábamos haber reunido a lo sumo dos centenares entre amigos, amigos de los amigos y colegas, pero cuando llegamos a la plaza y vimos que había 20.000 personas esperando nos pareció increíble», relata Morar.

Lo malo es que, según sus palabras, «subestimamos, no sólo el poder de Twitter y de internet, sino también el explosivo malestar reinante entre los jóvenes por la política del Gobierno y por el fraude cometido en las elecciones». Aquel lunes, 6 de marzo, la manifestación discurrió al principio de forma pacífica, pero al día siguiente la marea humana se desbordó y entró a saco en los edificios del Parlamento y la Presidencia. Muebles y otros enseres fueron arrojados desde las ventanas y quemados después en hogueras improvisadas.

Durante los disturbios se produjeron más de 200 heridos y un muerto. En las dependencias policiales falleció después uno de los manifestantes, según sus padres, a causa de las torturas a las que fue sometido. Se practicaron cerca de 300 detenciones. Morar, sin embargo, dice sentirse «orgullosa» de la juventud moldava, ya que con la protesta se ha conseguido un nuevo recuento de las papeletas.

El presidente del país, Vladímir Voronin, advirtió que los instigadores de los altercados serán juzgados por «intento de golpe de Estado», delito que en Moldavia contempla penas de hasta 25 años de cárcel. Iliá Barabánov, marido de Natalia, espera que Voronin no se atreva a desencadenar un escándalo internacional y confía en que su esposa quede pronto libre de cargos.

Morar tenía permiso de trabajo en Moscú y escribía para la revista rusa en inglés The New Times. Hasta que, en diciembre de 2007, al regresar de un viaje desde Israel, agentes de los servicios secretos le negaron la entrada en Rusia sin dar explicaciones. Desde entonces no ha podido volver a su antiguo semanario, en el que escribió muchos artículos críticos contra Putin, el FSB (antiguo KGB) y los corrompidos funcionarios rusos.