Sociedad

El paraíso no lo es tanto

El escritor Lorenzo Silva está más que preparado para realizar un análisis del porqué del auge de la novela negra nórdica. Además de ser escritor él mismo de 'thrillers', con su serie del sargento Bevilacqua, es un ávido lector de, entre otros, Stieg Larsson. A Suecia se fue el año pasado para arrojar un poco de luz sobre la vida y la obra del desaparecido autor, y allí habló con sus familiares, amigos y conocidos para escribir sobre un hombre «que ha llegado a ser tan poderoso y a influir tanto, a dejar tanta huella en la literatura no sólo de su país, con dos mil y pico páginas». Larsson «trabajó de manera agotadora y es una pena que no haya visto el resultado de una obra que estoy seguro de que iba más allá de la trilogía».

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Silva ha leído ya las tres novelas de 'Millenium', cosa que sólo ha sido posible gracias a la traducción al francés (en Francia el escritor sueco fue éxito editorial antes que en España). «Larsson nos ha dejado su forma de contar, que a veces es más importante que los libros mismos», explica Silva. «Es fundamentalmente un gran narrador de historias múltiples, capaz de tejer varias tramas a la vez de manera minuciosa y con unos personajes que son un hallazgo, intensos, profundos». Ese es el gran valor de Larsson. Su otra baza es «una forma de escribir que contiene discurso social y moral en una época de descreídos y de cínicos».

Este último rasgo, compartido con otros muchos autores nórdicos, es el que Silva cree que es lo que define a este 'boom'. «Recogen unas sensibilidades sociales, la corrupción política y económica, la violencia contra las mujeres, toda una serie de cosas que demuestran que el paraíso no lo es tanto», explica. Y cree que esta manera de escribir «analizando y moralizando» tiene mucho que ver con la ética protestante y la «compleja historia de los países nórdicos».

Porque «la balsa de aceite» se sostiene sobre «un pasado complicado en el que algunos países fueron invadidos por Alemania en la Segunda Guerra Mundial y fueron colaboracionistas. El que se declaró neutral lo fue a dos barajas, colaborando. Y eso crea un sentimiento de culpa mal resuelto», asegura Silva. Apunta además la frialdad en las relaciones personales como otro de los detonantes de casos terribles de violencia. «Estos países echan por tierra además el mito del machismo como causante de la violencia doméstica: tiene altas tasas de maltrato cuando su sociedad es igualitaria».

Sobre si puede hablarse de una novela negra de izquierdas, el escritor madrileño es tajante: «Dan una visión progresista, crítica. No sé si eso es de derechas o de izquierdas, tal y como está el mundo. Una novela no debe tener esa carga ideológica». Lo que está claro es que son precursores de una novela negra muy diferente a la norteamericana de «lobos solitarios». «En Europa los protagonistas son funcionarios públicos, defensores del sistema y a la vez víctimas de él, impotentes ante la injusticia, incapaces de enfrentarse a un jefe imbécil porque saben que no pueden saltarse las normas», desgrana Lorenzo Silva. «Aquí los perfiles son más complejos, y creo que le van ganando terreno a la novela negra norteamericana, que está de capa caída. Todos somos deudores de ella y estamos intentando matar al padre», se ríe.