SOMOS DOSCIENTOS MIL

¿Facha?

Por esos insondables lazos que unen a las hijas con los padres, la mía se ha pasado varios días de sus merecidas vacaciones de Semana Santa, entregada en cuerpo y alma a la labor de construcción de una pulsera para mí, la cual ha fabricado con aquellos cordones de plástico con los que quienes peinamos canas jugábamos en nuestra infancia. Entenderán que terminada la labor, y con todos los honores, la pulsera me ha sido regalada y, de hecho, la luzco orgulloso en mi muñeca izquierda.

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Aún reconociendo que no soy amigo de tal tipo de ornamentos, he decidido permitirme esta pulsera por dos motivos fundamentales: de un lado, porque mi propia hija me dice que llevar tal pulsera es un símbolo de modernidad, lo que en mis casi cuarenta y todos años de edad me supone un soplo de alegría indescriptible y, de otro, por cuanto deberán entender ustedes que para mí la pulsera tiene un valor sentimental que supera de largo y con creces al de cualquier otra joya que pudiera serme regalada. Les comentaba al inicio los lazos que nacen entre hijas y padres y mi caso no iba a ser una excepción.

El único «pero» que puede tener esta historia es que la mencionada pulsera está realizada con los colores rojo y amarillo y, además, estos se hallan en el orden de nuestra bandera; es decir: franja roja, franja amarilla de doble ancho y de nuevo franja en color rojo.

Ayer lunes, primer día en que la pulsera vio la luz rodeando a mi muñeca, al menos en tres ocasiones y con más o menos sorna, distintos amigos y conocidos me llamaron facha por tal lucimiento que, en definitiva, se ciñe a llevar una pulsera con la bandera de España. Y aquí llega la reflexión que les propongo: ¿realmente la bandera española representa sólo al sector facha de nuestra sociedad?; ¿estamos embarcados en tal grado de crispación que lucir la bandera implica determinada ideología política?...

Me niego a participar de quienes piensan de esa forma. Para mí la bandera roja y amarilla es el símbolo del País en que nací y al que con orgullo pertenezco, y ello ni supone ni implica que profese una u otro ideología política. Aunque no seré yo quien desvele mis actuales sentimientos políticos -en mi secreto me ampara la Ley- confieso que en la casi treintena de años que lleva nuestra Constitución funcionando, he votado prácticamente a todo el espectro político, diferenciando bien cuando se trataba de elegir al candidato a Alcalde, al grupo que iba a formar Gobierno Andaluz, o al partido que se presentaba para gobernar la Nación. Por encima de todo soy demócrata, monárquico y constitucionalista. Y, aún siendo plenamente consciente de la necesidad de efectuar determinadas reformas a nuestra principal Ley tras tres décadas de perfecto funcionamiento, mientras ello ocurre, acepto sin más su actual articulado, máxime habiendo podido participar de seis lustros en los que la democracia, la transformación, el progreso y, fundamentalmente la paz, han sido notas que han definido nuestra convivencia.

Por ello, deberán entender que acepte y defienda con el mismo ímpetu todos los artículos de nuestra Carta Magna y, entre ellos su número 4, justo aquél que en su primer apartado proclama que: «La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas». Evidentemente, y por idéntico razonamiento, deberán comprender que luzca con orgullo y sin prejuicio alguno una pulsera que simplemente simboliza a la bandera de España.

Lamento que ello lleve a algunos a definirme como facha, pues tal definición implica la cortedad de miras y entendimientos de quienes consideran que lucir la bandera de España supone algún tipo de afectación ideológica concreta. Además ello también deja entrever que quienes así me denominan, no me conocen en absoluto. Sentado ello, sepan que se equivocan quienes creen que me insultan con tal definición. La pulsera no sólo simboliza el país en el que vivo con los míos, sino que además supone el esfuerzo de mi hija por dotarme de un elemento de modernidad. Ante tales razonamientos la pulsera, aunque estuviese hecha de «caca poría», siempre irá orgullosa asida a mi muñeca izquierda. ¿Cuestión de pareceres!...