Por su mano

a aparición del cuerpo de la joven de 18 años Yulisa Antonia Pérez, que había desaparecido de su hogar en Arrecife el pasado jueves, constituye tal tragedia que no cabe más que condolerse ante el inmenso dolor que embarga a su madre y al resto de sus familiares. Pero el sufrimiento desatado tras días de angustiosa búsqueda y la necesidad de encontrar al eventual responsable de la muerte de Yulisa no pueden conducir en ningún caso a sus allegados a tratar de tomarse la justicia por su mano. La posibilidad de que el padrastro fuera linchado tras ser señalado como sospechoso forzó ayer a la Policía a trasladarle a comisaría para asegurar su protección. No aguardar a la legítima actuación de la Justicia comporta riesgos intolerables en un Estado de Derecho, cuyos principios son la única garantía real con que cuentan las víctimas para verse resarcidas y apaciguar las tentaciones de venganza.