Brigitte Macron apoya a Louis Vuitton
Brigitte Macron apoya a Louis Vuitton - AFP

El estilo fresco y juvenil de Brigitte Macron llega al Elíseo

A pesar de sus 63 años, los looks atrevidos y desenfadados de la esposa de Emmanuel Macron van a dar nuevos bríos a la moda francesa

MADRID Actualizado: Guardar
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La importancia de la moda francesa vuelve a colación cuando la esposa, maestra y tándem del nuevo presidente de la República rompe esquemas con su juvenil estilo. La industria de la moda francesa exporta bienes y cultura a los cinco continentes y sigue situando a París en el epicentro mundial del sector. María Antonieta, Josefina o Eugenia de Montijo sentaron cátedra en su día. Las primeras damas francesas de este último siglo también son observadas con atención por un mundo fascinado por la couture parisienne.

Yvonne De Gaulle, recatada y discreta, sentó las primeras bases de lo que luego sería el rol de primera dama, convirtiéndose en el «ama de casa» oficial del Palacio del Elíseo, apoyando causas caritativas y abanderando -quizás sin mucho éxito- la moda francesa.

«Tante Yvonne», traducción de Tia Yvonne en francés, como la llamaban muchos franceses, tuvo una gran influencia en su marido, Charles De Gaulle, si bien jamás concedió una entrevista ni hizo declaración alguna. Conservadora y católica practicante, la señora De Gaulle hubiera preferido no dejar nunca su casa de Colombey-les-Deux-Églises y no tener que lidiar en duelo de estilo con la impactante Jackie Kennedy, su alter ego norteamericano en aquel momento.

Claude Pompidou, la señorial esposa de Georges Pompidou, se instaló en el palacio de el Elíseo en 1969. Su gusto por la moda la llevaron a utilizar los diseños de los modistos más modernos. Exuberante y «gastona», fue una verdadera embajadora de la alta costura francesa, vistiendo de Yves Saint Laurent o Dior en sus viajes oficiales, y comprando para ella -e incluso para su marido- prendas del entonces avanzadísimo Pierre Cardin.

Arma de comunicación

Anne-Aymone Giscard d’Estaing, hija del conde François Sauvage de Brantes y de la princesa Aymone de Faucigny-Lucinge, fue la elegida por la madre de Giscard -May Bardoux- para convertirse en la esposa de su hijo. Anne-Aymone se convirtió en la más fiel y efectiva arma de comunicación de su marido durante la campaña electoral de 1974. Fue la primera mujer de un presidente de la República que tuvo un verdadero rol -en asuntos sociales- desde su propio despacho en el Elíseo. En cambio, su gusto por la moda, su estilo y el apoyo que prestó al sector, fueron muy limitados.

Danielle Mitterrand, la militante socialista que ocupó el Elíseo de 1981 a 1995, declaró a «L’Express» en 1996: «Me casé con un seductor, así que me he tenido que conformar», en referencia al pacto de formar socialmente pareja, cuando en realidad desde los años 60 tenían vidas separadas. Danielle, que recordaba físicamente con su delgadez y rasgos ligeramente asiáticos a la mismísima Anne-Aymone Giscard d’Estaing, era, al igual que ella, una «patatita sin sal» en cuanto a estilo y guardarropa.

Bernadette Chirac, poco afortunada físicamente, fue no obstante un estandarte de la moda francesa durante décadas. Fue primera dama de París durante los años de alcaldía de su marido. Licenciada en Ciencias Políticas, involucrada en cuestiones de Estado y con gran influencia en las decisiones de su esposo, a Bernadette le gustaba la vida en el Palacio del Elíseo y acudía con asiduidad a los desfiles de Dior, Saint Laurent y Chanel, entre otros.

Y entonces llegó el turno de Sarkozy, el hombre que se ha rodeado de las más bellas primeras damas de la historia de Francia. Primero, con su segunda esposa, Cecilia Ciganer, descendiente de Albéniz, con una maravillosa mezcla de razas en su sangre. Desde que Nicolás Sarkozy se convirtió en presidente en mayo del 2007, apenas transcurrieron cinco meses hasta que se separaron. En ese tiempo, Cecilia mostró una nueva elegancia, moderna y desenfadada, llevando maravillas prendas de Yves Saint Laurent y de Prada.

Con la llegada de Carla Bruni, se demostró que «en casa del herrero, cucharón de palo». Si bien la exmodelo y cantante conocía a fondo el mundo de la moda, las imágenes tomadas en su tiempo libre mostraban una Carla Bruni vestida sin pretensiones, probablemente harta de tanta moda durante 25 años. En cambio, a la hora de representar a Francia de modo oficial, Carla, que en el pasado había aparecido incluso sin ropa en alguna publicación, se tornaba prudente y recatada, con faldas y abrigos por debajo de la rodilla, bailarinas para no superar mucho en altura a su marido o prendas de Dior.

En el front row

Valérie Trierweiler entró al Elíseo de la mano de François Hollande. Periodista e hija de la cajera de una piscina en Angers, estaba encantada con su nuevo rol. Se sentaba en los principales desfiles de París: Dior, Saint Laurent o Louis Vuitton estaban entre sus preferencias, si bien su estilo personal nunca fue un justo reflejo del altísimo nivel de la moda francesa. Julie Gayet, en la sombra, tampoco ha dado muestras de saber combinar sus prendas, exceptuando un par de escotados y favorecedores vestidos en alguna entrega de premios. El resultado de sus estilismos es irregular y cuestionable. Claro que, oficialmente no ha representado nunca a Francia.

La llegada de Brigitte supone un cambio en muchos sentidos. De primeras, su marido ha declarado que ella tendrá rol, voz e importancia en su presidencia. Tras el revuelo creado al saberse que es 24 años mayor que Emmanuel Macron y que fue su profesora en el instituto, Brigitte refresca el rol de primera dama a sus 63 años. Y es que no hay nada que no solucione un buen lifting, una actitud vital y un buen guardarropa. Brigitte se atreve con todo: si bien puede que no sea nombrada nunca la mujer más elegante de Francia, lleva los leggings de cuero con determinación, las minifaldas como si tuviera 30 años menos y los bolsos de Vuitton con soltura. Empática y activa, Brigitte Trogneux va a dar nuevos bríos al Elíseo y a la moda francesa. Bien es cierto, que la moda francesa, no necesita su ayuda.

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