Emmanuel Macron, durante un acto de campaña en el Bercy Arena, de París
Emmanuel Macron, durante un acto de campaña en el Bercy Arena, de París - AFP

Un partido startup en el Elíseo

Tras la casi destrucción de los partidos tradicionales, llega al poder en Francia una formación política con pocos meses de recorrido y sin experiencia alguna de gobierno

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Emmanuel Macron ha contenido a la ultraderecha 2.0 de Le Pen… de momento. Con la muerte política de Hollande, lenta y desgraciada, el flamante presidente social reformista tiene un perfecto ejemplo de las consecuencias de la inacción e inmovilismo en la Francia más fracturada de la V República. La ciencia ficción se ha adueñado de la política francesa: más abstención en la segunda vuelta que en la primera, la casi destrucción de los partidos tradicionales -socialistas y republicanos-, y finalmente la llegada al poder de un partido startup, con muy pocos meses de cocción y sin experiencia alguna de gobierno.

Mayoría en las legislativas

En las legislativas de junio los franceses elegirán la nueva composición de la Asamblea. Es una incógnita total. El primer reto de Macron -explica a ABC el analista geopolítico de la cadena CNews, Harold Hyman- será ver si ¡En Marcha! puede conseguir mayoría en la Asamblea y si fagocitará parte de la rama social reformista del Partido Socialista encabezada por Manuel Valls.

Acercar la Francia periférica

Los votos de Marine Le Pen le obliga primero a encontrar la capacidad de generar empleo y la huida de la inversión de los ricos, agrega Hyman. «Los franceses de la clase educada prefieren exiliarse en EE.UU. si Francia no mejora su dinamismo. Hay desencanto en cierta élite que se está marchando. Estamos deprimidos».

Macron debe contener al Frente Nacional y para ello neutralizar su alcance en el norte, con voto obrero postcomunista, y en el sureste, con una mayor presencia de la ultraderecha xenófoba más cercana al Lepenismo clásico. «Tenemos que evitar que la cuenca minera sea el laboratorio del fascismo del siglo XXI. Ese es uno de sus grandes retos», comenta a ABC el alcalde ecologista de Loos-en-Gohelle, localidad vecina de la frentista Hénin Beaumont y pionera en la sustitución de la minería por un modelo de desarrollo sostenible. «Yo voto a Macron porque cuando está en juego la democracia, ni me lo pienso. Pero luego tiene que cumplir, tengo profundos desacuerdos con él», añade. Buena parte de los votantes que ¡En Marcha! ha atraído en la segunda vuelta aguardan hasta eliminar a la ultraderechista rubia para, de ahora en adelante, atacar a Macron.

«No habla mucho de su estrategia anti FN. En la visita a la fábrica de Whirlpool pudo verse a Macron hablando con los obreros siendo racional y honesto: ‘No puedo prometer lo imposible por eso no lo voy a hacer’, les dijo», comenta Hyman. En 2002 el rechazo era tal a Jean-Marie Le Pen que el lema era «mejor un ladrón que un fascista», quince años después el «ni Le Pen ni Macron» le ha quitado sitio al eslogan tradicional.

Fin a los partidos tradicionales

«Queremos poner un gran proyecto de moralizar la política. No cambiaremos jamás de discurso y queremos que nuestro proyecto sea coherente y eficaz. Muchos que nos votan no concuerdan con nosotros en algunos puntos pero saben que seremos honestos frente a Le Pen», apunta a ABC el delegado nacional más joven (28 años) de ¡En Marcha!, Sacha Houlié, que puede tener pronto un asiento en el Parlamento.

En París, algunos seguidores de Mélenchon decidieron esperar hasta las 5 de la tarde, momento en que se conoce el segundo dato de abstención de la jornada, para ir a votar. «¿Has oído hablar del movimiento de las 17 horas? Vamos ahora en un rato. Los que votamos a Mélenchon en la primera vuelta hemos decidido abstenernos hasta las 17 horas, con tal de que se haga notar nuestra protesta contra Macron. Después iremos a votar, nos quedamos con la extrema finanza antes que con una loca que nos quiere meter en una dictadura», cuentan Suzanne y su hija poco antes de salir a su colegio electoral más cercano, por Montmartre, territorio «bobo» (burgués-bohemio). A las cinco de la tarde la abstención fue de 65,3%, seis puntos por debajo de la de 2012.

Macron seguirá la línea diplomática de Hollande y se enfrentará a Putin para defender el proyecto europeísta. «¿Un líder blando contra Putin? Creo que si se compara con los Le Pen, Fillon y Mélenchon que tenían amistades con Rusia, él es el más claro opositor», subraya Sacha. «Nadie hubiera podido parar el terrorismo, ese virus estaba ya dentro de una cierta parte de la población, en jóvenes sin futuro. Eso no lo pudo revertir Hollande, como tampoco Macron y ni mucho menos Le Pen», asegura Hyman. Lo que sí tiene por delante Macron es recuperar el «voto musulmán»que apoyó a los socialistas en contra de Nicolas Sarkozy en 2012 y que esta vez ha dejado solo al nuevo inquilino del Elíseo.

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